María Diemar (su apellido de casada) aterrizó en Suecia desde Chile en 1975, apenas 10 semanas después de nacer. Dos años después llegó un niño de cinco semanas de vida que se convertiría en su hermano.
Sus padres siempre les dijeron que eran adoptados. Era una realidad imposible de ocultar.
«Era demasiado obvio. Mi madre y mi padre son rubios. Él tiene ojos azules. Lucíamos tan diferentes y siempre me dijeron que tenía una mamá en Chile», relata en entrevista con BBC Mundo.
María, que ahora tiene 46 años, recuerda que en la Suecia poco diversa de los años 70, tanto ella como su hermano, ambos de piel morena, destacaban en una escuela llena de niños blancos y rubios.
Pese a ello, asegura que tuvo una infancia feliz. En ese entonces no sabía de las irregularidades que se dieron durante su adopción. También ignoraba que su mamá nunca quiso abandonarla y que en realidad tanto ella como su hermano fueron robados al nacer.
«Para mí la escuela en Suecia no fue tan difícil, quizá porque era niña y la gente era más amable conmigo. Pero para mi hermano fue mucho más duro».
Daniel cuenta que se enfrentó a comentarios, burlas y apodos por su color de piel y por ser adoptado.
«Me llamaban ‘Daniel, el marrón’, para marcar la diferencia con otro Daniel en la escuela», le dice a BBC Mundo.
«Fui muy infeliz y siempre me sentí como un intruso en la primaria. No sólo los niños me hacían bullying, sino también los adultos. Creo que mucho de eso fue producto del racismo que nos rodeaba. Fuimos por mucho tiempo los únicos niños de color en la escuela».
(Fuente: BBC.com).