De acuerdo al Primer Informe Global sobre Edadismo, publicado recientemente por la Organización Mundial de la Salud, una de cada dos personas en el mundo son edadistas contra los adultos y adultas mayores, es decir, manifiestan estereotipos, prejuicios o discriminaciones por motivos de su edad, lo que se conoce como viejismo.
“Miradas y cambios en torno a la vejez: la edad no nos define” se denominó el inédito encuentro virtual organizado por el Consejo Ejecutivo Mixto (CEM) del Centro Gerópolis de la Universidad de Valparaíso, que convocó a más de 150 personas mayores y jóvenes del país para dialogar sobre esta problemática social.
La inauguración del encuentro estuvo a cargo de destacadas expositoras, la especialista en gerontología y directora del Centro sobre Envejecimiento Activo y Longevidad de la Universidad Isalud de Argentina, Silvia Gascón, y la integrante del Consejo Nacional de Dirigentes Sociales de Personas Mayores y miembro del CEM de Gerópolis, María Elvira Sánchez.
La heterogeneidad en la vejez
Silvia Gascón señaló que el viejismo es un tipo de edadismo que conlleva una concepción peyorativa de alguien en base a su avanzada edad cronológica. “Las personas mayores son el único grupo discriminado del cual aquellos que discriminan van a formar parte algún día, si tienen suerte”.
Además, subrayó que “no alcanza con no ser viejista, hay que ser antiviejista. El viejismo atenta contra la salud física y mental de las personas mayores, por eso es necesario actuar contra el viejismo, la discriminación más aceptada en todo el mundo”.
Para ello, la especialista afirmó que la sociedad debe comprender que la principal característica de las personas mayores es la heterogeneidad. A su vez, sostuvo que “es imprescindible que las propias personas mayores tomemos el control de nuestras vidas, tengamos conciencia de edad, hablemos de nosotros mismos como personas mayores, tengamos conciencia de las situaciones de discriminación a las que muchas veces somos sometidos y, entonces, a partir de eso actuemos. No alcanza con la conciencia: después hay que tener voluntad de participar y eso significa actuar”.
Cambio de mentalidad
Por su parte, María Elvira Sánchez indicó que “como personas sentipensantes nos reunimos en este encuentro a lenguajear, en el mensaje del profesor Humberto Maturana, a vaciar nuestros pensamientos y sentimientos sobre la toma de conciencia del maltrato contra las personas mayores y la urgente necesidad de darle vuelta a esa denigrante situación. Es preciso que instalemos en la conciencia colectiva la costumbre del buen trato con las personas mayores; se requiere un cambio de mentalidad, y cambiar la mentalidad es un proceso lento, pero bien vale la pena comprometernos con esta noble causa a la que tiene derecho todo ser humano”, manifestó.
Asimismo, indicó que el edadismo se refleja en distintos ámbitos de la vida cotidiana: “Por ejemplo, cuando nos llaman abuelitos o abuelitas, somos abuelos orgullosos sí, pero de nuestros nietos, y absolutamente nadie más tiene el derecho de llamarnos de esa forma, porque nos encasilla en ese rol y empobrece nuestra participación en la sociedad, pues también somos madres, esposas, hermanas, amigas, vecinas, dirigentes sociales, etcétera. Teniendo presente que las palabras ayudan a construir realidades, los invito a considerar que cada vez somos más las personas mayores que no aceptamos ese maltrato ni otros”, planteó.
Por otra parte, hizo hincapié en la importancia de este tipo de iniciativas que favorecen el diálogo, invitando a los participantes a promover la integración solidaria intergeneracional, “que se acerquen las visiones de mundo que tienen los mayores con los jóvenes, que reflexionen por qué el viejismo, la infantilización, el paternalismo, la discriminación. El uso de palabras que desvalorizan la opinión de una persona mayor por ser mayor nos hace mal, tanto al individuo que las emite, porque lo envilecen, como a la persona mayor que las recibe porque la minusvaloran, pero, además, nos hace mal como sociedad porque las palabras construyen realidad y el maltrato se va generalizando”.
Actitudes viejistas: una discriminación normalizada
En el segundo bloque del encuentro se realizó un trabajo de reflexión en salas virtuales, para identificar las actitudes edadistas contra las personas mayores que se manifiestan en la vida diaria y las posibles estrategias para reducir el viejismo.
En general, los participantes del encuentro expresaron que existe una actitud paternalista hacia las personas mayores, limitando su participación, autonomía y derecho a tomar sus propias decisiones. A su vez, señalaron que este paternalismo está sumamente normalizado y se ve reflejado en distintos espacios: medios de comunicación, instituciones públicas, familia, trabajo, transporte, entre otros.
En la misma línea, los participantes afirmaron que el viejismo se manifiesta con mayor fuerza en las instituciones públicas, con un trato asistencialista y sobreprotector. Al respecto se mencionó la cuarentena preventiva para personas mayores de 75 años que se llevó a cabo al inicio de la pandemia, que gracias a movilizaciones de organizaciones de la sociedad civil fue suspendida al ser considerada una medida edadista.
En el ámbito familiar, las personas mayores indicaron que sus propios hijos ejercen un excesivo cuidado y aprehensión que restringe el desarrollo de sus actividades cotidianas. En el espacio laboral también se evidencia la discriminación por edad, entregando tareas menos desafiantes a las personas de edad más avanzada. Pero además, a medida que las personas envejecen se van reduciendo las oportunidades laborales.
Por otra parte, hubo consenso sobre el inadecuado lenguaje utilizado para referirse a las personas mayores, que tiende a menoscabar el rol de la persona mayor en la sociedad, usando diminutivos, estereotipos negativos o relegando su participación a lo que se denomina abuelidad, es decir, al rol de abuelos.
Respecto a las estrategias para reducir el edadismo contra la población mayor, se hizo mención a la necesidad de implementar políticas públicas acordes a las necesidades de las personas mayores, abordar la temática del envejecimiento en los distintos espacios educativos, promover campañas de comunicación, articular iniciativas de encuentro intergeneracional, desarrollar programas de alfabetización digital, incentivar la participación ciudadana de las personas mayores e impartir talleres para la población mayor en el ámbito social, cultural y artístico.