Este sábado Brasil superó la marca de 500.000 muertos por COVID-19 y avizora la tercera ola de una pandemia agravada, según los expertos, por la oposición del gobierno de Jair Bolsonaro al uso de máscaras y al distanciamiento social.
En las últimas 24 horas se reportaron 2.301 fallecimientos, con lo cual el balance se elevó a 500.800, según datos del Ministerio de Salud.
“500.000 vidas perdidas por la pandemia que afecta a nuestro Brasil y al mundo”, tuiteó el ministro Marcelo Queiroga.
El número total de casos se incrementó en 82.288, para alcanzar los 17.883.750.
Solo Estados Unidos había superado hasta ahora el medio millón de muertos. Pero en ese país las curvas de óbitos y contagios están en fuerte baja desde enero, en tanto que Brasil vivió este año una segunda ola de la enfermedad y está amenazado por la tercera.
El promedio diario de decesos sobre siete días se sitúa nuevamente por encima de los 2.000, después de haber caído a 1.660 a inicios de junio.
Y el de contagios supera desde hace cinco días los 70.000, por primera vez desde mediados de abril.
“La tercera ola está llegando, los cambios empiezan a verse en las curvas de casos y decesos. La vacunación, que podría cambiar las cosas, avanza despacio y no hay señales de medidas de restricción de desplazamientos, al contrario”, dijo a la AFP la epidemióloga Ethel Maciel, de la Universidad Federal de Espírito Santo (Ufes).
En términos relativos, con 235 decesos cada 100.000 habitantes, Brasil figura entre los diez países más golpeados por la enfermedad, que ya mató a 3,8 millones de personas en todo el mundo, según la compilación actualizada diariamente por la AFP en base a datos oficiales de cada país.
Para la Fundación Fiocruz, Brasil vive una situación “crítica”, con “una meseta [de muertes] elevada y la posibilidad de una agravación en las próximas semanas, con la llegada del invierno” austral.
El nivel de ocupación de camas en las unidades de cuidados intensivos supera el 80% en 19 de los 27 estados del país y el 90% en ocho de ellos, precisó la Fiocruz.
La vida parece sin embargo casi normal en las grandes ciudades, con restaurantes y comercios abiertos y muchas personas sin mascarilla en las calles.
(Fuente: BiobioChile).
(Foto: AFP).