Por Silvio Becerra Fuica
Profesor de Filosofía
Durante las últimas semanas de los meses de junio y julio del 2021, se difundió en Chile, la noticia de que la OMS, está implementando integrar el término vejez, en la undécima edición de la Clasificación Estadística Internacional de Enfermedades, la que entraría en vigencia en enero de 2022; lo que fue informado a nivel global, y que en palabras simples significa, considerar el envejecimiento de las personas como una enfermedad.
Como respuesta a esto, los diferentes países del mundo han levantado su voz en un potente clamor, para protestar ante la posibilidad de que la vejez sea catalogada como una enfermedad; resultando increíble para todos, que este prestigiado e influyente organismo internacional, que dicta la pauta en todo lo que tenga que ver con salud y enfermedades, haya sacado a la luz semejante declaración; que a primera vista resulta totalmente contradictoria y paradojal, teniendo en cuenta -a través del tiempo – su extensa y exitosa labor en los temas de salud.
¿Dónde está la paradoja? Muy simple, basta con dar una mirada, al sector etario de personas mayores, para darnos cuenta, que gracias a los grandes avances de la ciencia de la medicina – en todos sus ámbitos – éstos están alcanzando una gran longevidad; es así, que hoy en día, alcanzar la edad de 80 años y más, es una realidad que nadie puede desmentir, y ya no sorprende a nadie. Pero ¡oh, sorpresa!, aún más, si miramos en nuestro alrededor y en el escenario mundial, nos encontramos con muchas personas de gran edad, que ejemplarmente lideran algunas de las naciones más poderosas del mundo; para muestra un botón, Joe Biden, presidente de los Estados Unidos de América, el que según el criterio de vejez entendida como enfermedad, por parte de la OMS, debería hacernos pensar que por sus 78 años de edad, es un enfermo, y que por tanto, no estaría en sus plenas facultades para desempeñar las altas funciones y responsabilidades que le competen. La paradoja de que hablamos, se hace más evidente si se considera que este mismo organismo celebra la Década del envejecimiento saludable (2021 – 2030), como una manera de promover una sociedad y un mundo mejor para todas las edades.
En este sentido, la Red Transdisciplinaria Sobre Envejecimiento de la Universidad de Chile, advierte, que, “incluir la vejez dentro de síntomas generales corresponden a un grave retroceso en términos de discriminación, ya que considera como patología aquello que es normal y esperable de la vida».
Respecto de lo anterior, resulta imperativo, reposar la mente y reflexionar sobre esta situación; lo que nos llevará a preguntarnos lo siguiente: ¿qué es una enfermedad?, ¿qué es la vejez?, lo que nos podría acercar al entendimiento, de los motivos que tuvo la OMS, para llevar adelante esta incomprensible medida, mediante la cual, en lugar de ayudar a las personas mayores, las está sepultando en vida, desconociendo todos sus derechos fundamentales, los que están claramente reconocidos en la Convención Interamericana sobre la protección de los derechos humanos de las personas mayores.
Después de una extensa revisión acerca de los conceptos y definiciones de enfermedad y vejez – incluyendo los de la OMS – me encontré con la sorpresa, de que existe una gran diversidad de definiciones, desde diferentes puntos de vista, y especialidades, que más que aclarar el punto provocan un mayor desconcierto, impidiendo el acercamiento a una idea clara de lo que en esencia significan estos términos. En síntesis, no existe para el hombre común y corriente una explicación simple de lo que podría significar, enfermedad y vejez, situación que no le permite evaluar en el debido contexto, el verdadero sentido de lo expresado por la OMS, quedando todo en manos de los especialistas, los que entregan su opinión desde sus propios dominios.
Como personas naturales y apelando a la más elemental lógica, se puede entender a la vejez como una etapa natural y no patológica del desarrollo de la vida, al igual como lo son, la infancia, la adolescencia y la adultez, por lo cual resulta evidente que esta iniciativa de la OMS, lleva directamente a la discriminación por edad y viejismo; en que se asocia a este grupo etario, condiciones patológicas que no le son inherentes.
Finalmente y más allá de las consideraciones técnicas, en torno a la discusión que se ha suscitado, no olvidemos que somos seres humanos, que desde el momento en que nacemos, nos hacemos acreedores a ser parte de un proceso natural, que denominamos ciclo de vida; el que tiene diferentes fases en su desarrollo natural, las que inicialmente se muestran vigorosas, donde nada parece imposible, debido a que estamos viviendo la homeostasis en su máxima potencia, fuerza que se encarga de mantener a raya, las poderosas fuerzas de la entropía, que tiene como meta, desestabilizar la organización de los procesos que permiten la vida. Esta es la historia de este proceso, en el cual nuestras vidas van y vienen, según sea el contrapeso que se da entre estas dos fuerzas, que son, ni más ni menos, la manera en que se comportan los seres vivos, los que, en cuanto entes naturales, siguen el derrotero biológico que les está fijado; para algunos más corto, para otros más largo, según sea el estilo de vida al que nos hemos sometido. En el contexto de lo dicho, la OMS debería entender el llamado de atención de la comunidad científica mundial, que da a entender, que “la vejez no es una enfermedad».