Dos investigadores están desarrollando innovadores proyectos para aprovechar los residuos sólidos que se producen diariamente y que llevan a que en Chile se generen cerca de 23 millones de toneladas de desechos al año. Una de las iniciativas es encabezada por el investigador de la USM, Francisco Cereceda.
Por Francisca Palma Schiller
Para nadie es novedad que la basura se ha convertido en un problema global y nacional. Por otro lado, cada año van tomando protagonismo aquellas políticas públicas y proyectos científicos que van en pos de combatir el cambio climático y evitar mayores crisis en aquella materia. Los investigadores y la ciudadanía en general, han puesto sus esfuerzos en mejorar la calidad de vida y respetar el medio ambiente.
Bajo este panorama, los investigadores Francisco Cereceda, de la Universidad Técnica Federico Santa María (USM), y Luis Díaz, de la Universidad de Santiago de Chile (USACH), se encuentran trabajando en dos proyectos que van precisamente en aquella línea: han propuesto revalorizar los residuos y convertirlos en productos que sean amigables con el medio ambiente.
El académico de la USM explicó que los proyectos de ambos consisten en “transformar los residuos en materiales combustibles que puedan generar energía, ya sea para la cogeneración de energía a nivel industrial, o para la generación de energía a nivel domiciliario. Son proyectos que tocan un tema muy sensible, que es cómo hacerse cargo de los residuos domiciliarios e industriales, y de los residuos que salen de las plantas de tratamiento. Esto último tiene una relevancia muy importante porque, como parte del saneamiento de aguas -que es otro problema a nivel país- un subproducto de ello es el residuo que sale, que es el lodo que queda después del tratamiento de aguas servidas industriales”.
En esa misma línea, Cereceda subraya y resume: “Son dos temáticas que son similares en el sentido de que apuntan a la economía circular y a la utilización de residuos para generar energía”.
23 toneladas de basura
La iniciativas, que se enmarcan dentro de una investigación FONDEF y que tienen el nombre de “Producción de pellets de alta densidad energética través de la HTC de RSU-lodos y su posterior gasificación para generar energía calórica” y “Revalorización energética de residuos sólidos de la industria de la celulosa para la fabricación de pellets HTC”, tienen como sustento las cifras entregadas en el “Quinto reporte del medioambiente 2019”, donde se señaló que en 2017 se generaron en Chile cerca de 23 millones de toneladas de residuos. De estas, aproximadamente, 76% fueron eliminadas y solo cerca del 24% fue valorizado. Así, las cifras demuestran la importancia de poder poner en valor estos residuos y transformarlos en productos que mitiguen su impacto ambiental.
“Ambos proyectos buscan transformar los residuos de la basura orgánica, más los residuos de los lodos y residuos biomásicos, y transformarlos en combustible en forma de pellet que puede servir para la calefacción domiciliaria, industrial, etc. y/o transformarlo en un reactor de carbonización hidrotérmica, un material de mayor densidad energética”, explica el académico USM.
¿Qué sigue?
Para continuar avanzando en los proyectos, que se llevan trabajando por más de tres años, ya se inició la fase de conversaciones con socios claves, diálogos que servirán, si así se decide, para conseguir la cofinanciación de plantas pilotos a mayor escala, principalmente, para ser instalados en municipios de la Región Metropolitana.
“Estamos conversando con los mismos socios que tuvieron participación en la etapa anterior, para que cofinancien plantas pilotos con la intención de que podamos verificar con volumen y condiciones reales la posibilidad de transformar la basura en estos subproductos. Por lo tanto, se está evaluando el financiamiento, porque las intenciones apuntan a que cinco municipios de la región Metropolitana, empiecen a procesar su basura con este tipo de planta”, precisa Francisco Cereceda.
El investigador añade que “de aquí a fin de mes, tenemos que tener la postulación de los proyectos y si salieran aprobados, dan los resultados en diciembre de este año y entonces se podrían empezar a ejecutar en marzo del 2022”.
Finalmente, el experto apuntó al compromiso de la ciencia con la ciudadanía y el cuidado del planeta.
“Aquí hay un compromiso con los objetivos de desarrollo sostenible, va en la línea de la economía circular, la recuperación de residuos, baja huella de carbono, protección ambiental, cambio climático, entre otras. Es importante que la gente sepa que estamos trabajando en una temática que es súper aplicada, estamos tratando de desarrollar proyectos que solucionen problemas de forma práctica, iniciativas que apunten a mejorar la calidad de vida de las personas”, subrayó.