Por Mirian Mondaca Herrera
Porque no hay plazo que no se cumpla, finalmente este domingo 21 de noviembre se desarrollarán las elecciones generales en Chile, donde los ciudadanos elegirán a sus parlamentarios, consejeros regionales y Presidente de la República. Y es justamente esta última, la carrera a La Moneda, la que concita la mayor atención, incluso al punto de haber sido catalogada por analistas como los comicios más decisivos del último tiempo después de los primeros tras el retorno a la democracia.
Las de este domingo son elecciones polarizadas, en las que podría romperse por primera vez la alternancia que se ha dado durante los últimos treinta años entre gobiernos de centroizquierda y centroderecha.
Aquella posibilidad se hizo tangible a la luz de las últimas encuestas publicadas dos semanas antes de la elección, en las que los disímiles candidatos, Gabriel Boric y José Antonio Kast, asomaban como favoritos para avanzar a una eventual segunda vuelta. Aquello, eso sí, lo podría echar por tierra la única carta mujer, Yasna Provoste, quien mira también el balotaje y podría dar la sorpresa para continuar en carrera por ser la segunda mandataria chilena tras Michelle Bachelet. Desde mucho más lejos observa todo este escenario Sebastián Sichel, quien en las últimas semanas bajó abruptamente sus porcentajes de intención de voto en los sondeos.
La lista de los aspirantes a La Moneda la completan Franco Parisi, que no pisó territorio nacional durante su campaña y centró su presencia en redes sociales; Marco Enríquez-Ominami, que por cuarta vez intenta llegar a la Presidencia; y Eduardo Artés, que lo hace por segunda ocasión.
Lo que sí pareciera ser un hecho es que los ciudadanos tendrán que volver a las urnas el próximo 19 de diciembre, ya que la gran cantidad de candidatos (7), pondría muy difícil la tarea para que alguno alcance el 50%+1 de los votos en primera vuelta. De hecho, prácticamente todos los analistas han coincidido en que esta elección se definirá en el balotaje.
Además, se debe considerar que desde que el voto es voluntario, ninguna elección presidencial ha superado el 50% de participación. Ese umbral solo fue traspasado en el Plebiscito del 25 de octubre de 2020.
Ahora queda esperar si esa alta participación se repite este domingo y vuelven a las urnas aquellos que con su lápiz marcaron el «Apruebo» y lograron con un 78,27% que se iniciara el proceso para la elaboración de una nueva Constitución. Aquello, podría determinar que la balanza se incline para uno u otro lado en la decisiva elección de esta jornada.
Factor indecisos
En la vereda opuesta al votante ideológico, ese que desde el primer momento tiene una preferencia definida, ya que está en la línea de su tendencia política, y que suelen ser el denominado núcleo duro de las candidaturas, están los indecisos. Precisamente en esta elección podrían ser un factor clave para la definición de los comicios, si se considera que – según últimos sondeos, como Cadem- alcanzan el 22% de los encuestados.
Y es que además del sector político que represente el candidato o candidata o el contenido de su programa, existen elementos de forma que influyen en la percepción de los votantes. Entre ellas se cuentan la claridad en la exposición de las ideas, y la seguridad y capacidad para defenderlas y rebatir las contrarias, sin perder la mesura que se espera de quien aspira a gobernar un país. Aquellos podrían ser elementos que convenzan a los indecisos.
El doctor Felipe Venegas San Martín, académico del Departamento de Género, Política y Cultura de la Facultad de Ciencias Sociales de la Universidad de Playa Ancha (UPLA), explica que “resulta fundamental la empatía que el candidato o candidata genera con el electorado, el que debería traducirse en una conexión emocional con los ciudadanos. Es decir, generar la confianza de que no solo la tecnocracia es importante en política, sino también la sensibilidad, el factor humano (…)».
De acuerdo a lo expuesto por el analista, en términos concretos, se conjugan dos elementos que inciden en la decisión del voto: los atributos personales de determinado candidato o candidata, como la credibilidad. Y, por otra parte, la relación que éste o ésta tenga con la realidad concreta que enfrenta la ciudadanía, tanto a nivel nacional como especialmente a nivel local.
Análisis más, análisis menos; el día en que se comienza a definir quién liderará el destino del país durante los próximos cuatro años ha llegado. Se terminaron las campañas, se silenciaron las encuestas, ahora es el momento de que la ciudadanía se exprese.