Por José Ossandón
En estas últimas tres semanas, desde que partió el año escolar, en las regiones de Valparaíso y Metropolitana se han registrado hechos de alta violencia al interior de los establecimientos educacionales, con menores ingresados a los servicios de urgencia con fracturas nasales y hematomas importantes en el cuerpo producto de brutales peleas en los corredores de liceos y colegios.
Podría parecer un hecho aislado, pero ya las autoridades policiales y organizaciones sociales advierten un incremento en el número de alumnos afectados por algún acto violento, como bullying o riñas en las horas de recreo.
Es más, según la ONG “Bullying Sin Fronteras”, solo en este mes: cuatro de diez niños han sufrido de violencia en Chile, y los casos por la misma aumentaron de 3 mil —detectados en el 2021— a 5 mil.
Para el médico psiquiatra del hospital El Salvador y académico de la Universidad de Valparaíso (UV), Julio César Michelotti, esta situación no solo afecta a los alumnos sino que a la población en general: “Además de lo global de la pandemia está lo particular de Chile, el estallido social destapó la olla de la rabia y violencia acumuladas y se volvió legítimo expresar estos sentimientos”.
—Desde el inicio de clases, presenciales en su mayoría este año, se ha registrado una seguidilla de peleas entre estudiantes. ¿Cómo afectó el encierro y la pandemia en la psiquis de los niños y adolescentes? ¿Podrían ser estos hechos un efecto de estos dos años de emergencia sanitaria?
“Las peleas, al volver a clases presenciales, son explicables por diversos factores. Algunos estructúrales y otros más contingentes. El encierro, claramente, generó patología mental propia del aislamiento, más visible en personas vulnerables ya sea por condiciones sociales como por edad de riesgo.
Además, por lo prolongado, dificultó el desarrollo de capacidades de socialización, las que sumarse a estresores particulares y patología mental, y rematada por falta de acceso a atención a salud mental oportuna, son el cóctel perfecto para estallidos de violencia”.
La rabia
—Chile debió enfrentar en estos últimos tres años un violento estallido social y una histórica pandemia, en la que por primera vez se encierra a toda la humanidad por la circulación de un virus. ¿Cuánto pudo haber afectado estos hechos a las personas, en especial a los más jóvenes?
“Además de lo global de la pandemia está lo particular de Chile, el estallido social destapó la olla de la rabia y violenta acumuladas y se volvió legítimo expresar estos sentimientos, y de repente por dos años hubo que meter todo de nuevo en un encierro, que es como una olla a presión que se está abriendo ahora”.
—Estos hechos de violencia no solo se registran en los colegios, también las calles y en las familias. Casos de femicidios y parricidios aumentaron en los últimos años. ¿Cómo debe proceder este nuevo Gobierno para detectar, controlar y evitar que siga esta escalada de crímenes?
“Como se puede abordar el tema de la violencia a todo nivel parte por hacer un diagnóstico adecuado social y luego de salud mental más particular, la violencia estructural de base institucional debe desnaturalizarse y la violencia doméstica e interpersonal tomarse como síntoma, buscando la patología mental además de las carencias sociales que están detrás.
Facilitar el acceso a salud mental de calidad a costo y disponibilidad razonable sería un primer paso de impacto relativamente rápido a tomar, previo a las reformas y cambios culturales que son más graduales”.
(Foto: diario Sol Latino)