Por Boris Cajas Luna
Académico Psicología
Universidad Santo Tomás Viña del Mar
El momento actual nos muestra positivamente que al parecer la pandemia se aleja. No obstante, la realidad también comienza a visibilizar secuelas de la crisis sanitaria. Con el retorno a la actividad presencial en la mayoría de las actividades sociales, se han evidenciado hechos y manifestaciones violentas en distintos contextos ciudadanos. Dentro de estos hechos y contextos, aparece también la violencia en los establecimientos educacionales.
En función de lo descrito, surgen interrogantes necesarias: ¿Cuál será la visión ministerial para abordar el fenómeno emergente? ¿Será posible, frente a lo que ocurre, resignificar las actividades curriculares en los establecimientos educacionales? ¿Es necesario comprender que la educación emocional debe estar en el mismo nivel que lo cognitivo en los aprendizajes?
Cómo no recordar la famosa serie norteamericana “Los Simpson” cuando Bart, al iniciar muchos capítulos aparecía escribiendo en la pizarra alguna frase de enmienda de conducta, lo cual, sin duda posibilita reflexionar sobre la vigencia del castigo en los contextos educativos, o cómo gestionar nuevas formas de abordar las conductas disruptivas. Es más, también podemos reflexionar cuan castigada se siente la educación en nuestro país y elucubrar intervenciones que propendan a la mejora de la salud mental de la cultura escolar en nuestro país.
Algunas propuestas respecto a lo expuesto en el último punto: Aumento de la actividad física en los establecimientos escolares; comprender y concientizar que la educación emocional debe ser considerada como contenido de aprendizaje en todas las etapas del proceso escolar; que la institución educativa establezca como normativa espacios que posibiliten el autocuidado de los docentes, como así mismo, sean capacitados en temáticas que complementen su labor docente para apoyar a los estudiantes en las distintas situaciones que emergen en los contextos educativos, por ejemplo, violencia escolar.
Es necesario que los principales actores (docentes, padres y apoderados, estudiantes, directivos, asistentes de la educación) de los distintos contextos educativos incorporen como práctica permanente la revisión en sus formas de accionar y resolucionar, no solo en momentos críticos. Se hace urgente incorporar la educación emocional, el desarrollo de habilidades sociales, la resolución pacífica de los conflictos, la inteligencia colaborativa, no solo en la docencia, sino en toda la institución.
Finalmente, no perder de vista que la escuela esta inserta en una cultura y comunidad, necesaria de ser vinculada con el contexto social amplio. Así podremos contribuir a que los aprendizajes sean significativos y cobren sentido para dejar de relacionarnos de forma violenta .