Una de las últimas medidas anunciadas por el Gobierno es que todos los adultos mayores de 80 años deberán permanecer en sus casas, ya que es el segmento de la población que presenta mayor vulnerabilidad frente al coronavirus. Lo cierto es que el distanciamiento social es una medida que los especialistas han recomendado de manera transversal, pero particularmente a quienes forman parte de los grupos de riesgo, entre ellos los adultos sobre los 60 años de edad.
En esa línea, la directora ejecutiva del Centro Gerópolis de la Universidad de Valparaíso, Viviana García señala que «es importante comprender que las personas mayores viven distintas realidades. Están aquellas que comparten el hogar con uno o varios familiares, mientras que otras viven solas. Además, existen personas mayores que antes de la emergencia sanitaria ya se encontraban en una situación de aislamiento social, esto quiere decir que poseen escasas o nulas redes de apoyo por diversos factores sociales o de infraestructura”.
En cuanto a las personas que conviven con adultos mayores y no puedan optar por el distanciamiento social, señala que “deben intensificar las medidas de prevención, por ejemplo, que al llegar a la casa se quiten la ropa y los zapatos en la entrada del hogar, dejen la ropa para el lavado y se den un baño. Además, eviten el contacto físico y no compartan utensilios. No sirve que la persona mayor permanezca en casa si los demás miembros de su hogar se siguen exponiendo a aglomeraciones o diferentes situaciones de riesgo sin ningún tipo de cuidado”, subraya.
Por otro lado, la especialista en gerontología plantea que “la comunidad juega un rol fundamental en el caso de las personas mayores que viven solas y que poseen escasas redes de apoyo. Lo ideal es que los propios vecinos se motiven a prestar la ayuda necesaria para contribruir a que el impacto del distanciamiento sea mucho menor. Pueden realizar un catastro de las personas mayores que viven solas en su sector, asegurarse que estén abastecidas, que tengan acceso a sus medicamentos y ojalá incorporar la rutina de las llamadas telefónicas diarias para saludarlas y saber si necesitan algo; hoy tenemos que poner en práctica la solidaridad comunitaria e intergeneracional”.
Cuidar la salud mental
En el marco del encierro y la imposibilidad de mantener las rutinas habituales, las personas mayores deben adoptar una serie de medidas que apunten al cuidado de su salud mental, afirma el profesor de la Escuela de Psicología UV Roberto Chiang. Irritabilidad, nerviosismo, ansiedad e insomnio son algunos de los posibles síntomas del distanciamiento social en la personas mayores.
Según el académico, el principal riesgo para cualquier persona es la depresión, sobre todo si vive sola. “Es importante tomar algunas precauciones y lo primero es armar rutinas, lo peligroso es que uno sienta que no hace nada, porque si yo no hago nada mi vida pierde sentido. Establecer tareas, planes, proyectos, cosas básicas como no levantarse muy tarde y no quedarse con pijama. Deben ser tareas satisfactorias, no un castigo, algo que sea entretenido. Es fundamental evitar la sensación de estar desocupado y no tener nada que hacer”, indica.
Por otra parte, sugiere utilizar distintos medios de comunicación y establecer diversas formas de interactuar con el otro: “He visto videos que muestran a vecinos relacionándose desde la ventana. Creo que lo primordial es no sentirse encerrado, incomunicado o solo”, enfatiza.
Chiang agrega que uno de los puntos claves es identificar qué actividades se están realizando de manera excesiva. “Hay personas que vive con la televisión prendida y en este momento la televisión te habla de falta de insumos, enfermedad y muerte, lo cual es peligroso desde el punto de vista emocional, porque te crea una sensación de amenaza monstruosa. Si yo me quiero informar sobre cómo evoluciona la crisis, basta con prender la televisión dos o tres veces, incluso con una vez al día puedo estar informado. Se debe asumir que hay cosas que me tiran para arriba y esas hay que cultivarlas, otras que me tiran para abajo y que debo manejar con cuidado”, destaca.
Bienestar y actividad física
Incorporar la actividad física en la rutina de las personas mayores es una medida fundamental para mantener un buen estado de salud, explica la profesora de la Escuela de Kinesiología UV Pamela Soto. El ejercicio permite mantener las condiciones de movilidad y flexibilidad, evitando el deterioro de los rangos articulares y la musculatura. Por otro lado, “me va a ayudar a subir los niveles de endorfina y generar un buen estado de ánimo para hacer más llevadero cada uno de estos días”, afirma.
La académica recomienda una rutina de ejercicios en la mañana y en la tarde, de 15 a 20 minutos de duración. Para la jornada de la mañana sugiere ejercicios de movilidad general, con énfasis en todas las articulaciones del cuerpo, partiendo por el cuello, brazos, muñecas y columna, en la medida en que el cuerpo brinde esa posibilidad. “Privilegiar la movilidad de extremidades inferiores como caderas, rodillas y tobillos, que se puede hacer en posición de pie o sentado en una silla. Una buena idea es utilizar un espejo para observar cómo estoy haciendo los ejercicios, y ojalá acompañar la rutina con una buena música, para que sea algo dinámico y entretenido”, plantea.
Durante la tarde, propone realizar trabajo de fuerza de algún grupo muscular, principalmente las piernas. “Podemos hacerlo en una silla para sentarnos y pararnos, trabajar la musculatura del cuádriceps flexionando y estirando las piernas, le podemos agregar un peso extra amarrándolo al nivel de los pies o trabajando con una banda elástica».
Finalmente, invita a los adultos mayores a incorporar la actividad física en su rutina diaria: “Nos interesa aquella persona que no tiene el hábito de practicar ejercicio físico y que antes de la cuarentena priorizaba otro tipo de actividades sociales, ahora necesitamos que se mueva, porque cuando estamos en la casa la tendencia es estar acostado o sentado frente al televisor”, puntualizó.