Aunque se asume que un Accidente Cerebro Vascular (ACV) ocurre al adulto mayor, lo cierto es que puede ocurrir a cualquier edad y es la segunda causa de muerte en Chile. Por eso, esta lesión en el cerebro ocasionada por la interrupción de la irrigación sanguínea, debe ser detectada, diagnosticada, tratada y rehabilitada a tiempo para evitar no solo un desenlace fatal sino las secuelas que pueden afectar la calidad de vida de los pacientes.
En el Mes del ACV, que se celebra a nivel mundial y que concluye el 29 de octubre, la doctora Anita Olivos, neuróloga del Hospital Dr. Gustavo Fricke, explica que “el accidente cerebro vascular es una patología muy frecuente y que puede acarrear grandes discapacidades. Es por eso que en la medida que los pacientes consulten prontamente al Hospital, y podamos categorizarlos de acuerdo a una urgencia como corresponde, que es una urgencia tiempo-dependiente, va a permitir que podamos hacer terapias de reperfusión, que es un tratamiento que se hace con una sustancia endovenosa que se inyecta dentro de cierto periodo de tiempo y que podría destapar el paso arterial para permitir que el flujo se recupere y por ende, la secuela o eventualmente la reversión completa del cuadro clínico”.
Sus síntomas son sencillos de reconocer y requieren ser detectados a tiempo para acudir a una Unidad de Emergencia o comunicarse con SAMU (Servicio de Atención Médica de Urgencia) al 131 para el traslado pronto de una persona con los siguientes signos: “Tienen que ver con el hablar mal o hablar raro, que empiece a no poder expresarse o que no comprenda lo que le dicen; que tenga una asimetría facial, que la carita esté desviada; y alguna debilidad, ya sea del brazo o la pierna. Esos tres síntomas fundamentales son los que deberían hacer que un paciente consulte a un servicio de urgencia y pueda ser evaluado para descartar o iniciar una terapia eventual si tiene las condiciones”, agrega la neuróloga.
Por tratarse de una enfermedad muy frecuente a nivel mundial, el Hospital Dr. Gustavo Fricke cuenta también con un equipo de Medicina Física y Rehabilitación que se dedica a apoyar el regreso de los pacientes a su vida cotidiana de manera funcional, que considera kinesiología, fisiatría, terapia ocupacional y fonoaudiología.
La kinesióloga Claudia Kinsacara, explica que “lo que hacemos en kinesiología es tratar de favorecer la capacidad funcional global del usuario, en sus actividades de vida diaria, intentar que sea lo más independiente posible dentro de su contexto. Nosotros trabajamos harto los desplazamientos, marcha, lo que son las transiciones. Obviamente cada usuario tiene una historia distinta y por ende, un pronóstico distinto. Pero siempre tratamos de fomentar la independencia”.