Por Manuel Cea, director de la carrera de Ingeniería en Administración de Empresas la Facultad de Economía y Negocios de la UNAB, Sede Viña del Mar.
Para entender el entorno económico del dificultoso periodo que estamos viviendo, quizás sea necesario hacer el ejercicio de repasar lo que hemos observado, en esta materia en nuestro país, desde fines del segundo trimestre del presente año.
Finalizando la primera quincena de noviembre, el Banco Central expuso ante la Comisión de Hacienda del Senado sobre los principales riesgos, vulnerabilidades y mitigadores para la estabilidad financiera en el país.
Allí se estableció que: “la economía chilena continúa en una fase de normalización de los desbalances acumulados en 2021, lo que configura un escenario donde, acorde con las proyecciones del escenario central del Informe de Política Monetaria (IPoM) de septiembre, hacia el 2024 la economía retomaría tasas de expansión acordes con su potencial”.
Cercanos a la Navidad y al Año Nuevo 2023 surge como interrogante que nos deparará la economía. Las estimaciones se han ido corrigiendo a peores cifras a medida que ha pasado el 2022. Se espera llegar al quiebre de la tendencia lo antes posible. Asimismo, hay que estar atentos cómo van a interactuar la recesión proyectada por múltiples agentes con la inflación.
Lo anterior porque es esperable que las presiones inflacionarias disminuyan, pero es muy poco probable que ello ocurra para el 2023. Si se sigue observando una alta inflación, el Banco Central vería dificultada su estrategia de combatirla sin profundizar los efectos negativos en la economía local. En este contexto, tampoco es óptimo una política monetaria contractiva con una fiscal expansiva. Una buena focalización por parte del gobierno podría disminuir esto.
Durante el 2022, y en gran medida explicado por la variación del índice de precios al consumidor, los salarios reales de las personas han caído más que la variación de los precios (I.P.C.). No sólo los precios han subido, sino que somos más pobres en cuanto a los ingresos que recibimos.
Nuestra próxima Navidad, ante un escenario económico más complicado y tras las históricas ventas del 2021 producto de la gran liquidez que reinaba gracias a los retiros y ayudas fiscales, se espera una contracción en el sector en torno entre un 20% y un 25% en el mes de diciembre al comprar con el año pasado.
Los ingresos de los hogares disminuyeron más el quiebre de las cadenas logísticas globales que produjo un retraso relevante en las entregas de las importaciones, lo que se traduce en altos inventarios y en un aumento de la actividad promocional y, por ende, en menores márgenes.
La Navidad es la fecha más importante para el comercio minorista, donde históricamente diciembre acumula el 13% de las ventas anuales del retail y supera en cerca de un 40% las ventas de un mes normal.
Como es sabido en tiempos de inflación, cuando todo se encarece, la conducta del consumidor es más cautelosa y se enfoca siempre a cubrir las necesidades básicas, como los alimentos.