Rodrigo Cauas, académico de la carrera de Entrenador Deportivo UNAB, Sede Viña del Mar.
Normalmente el fútbol es un deporte cuya preocupación esencial pasa solo por lo que sucede dentro del rectángulo de juego. Todo se basa por mejorar al jugador físicamente, dotándolo de elementos técnicos, disponiéndolo tácticamente de manera correcta en la cancha y potenciándolo desde el punto vista mental. Pero me parece que hoy día, el fútbol chileno, necesita que nos preocupemos del otro partido, aquel que se está jugando alrededor de ese rectángulo.
En general, todos los focos de inversión se han dirigido (aunque escasamente también) hacia los deportistas, pero en su condición de jugador como tal, y no en su condición de persona. Me parece que hoy, y dado el contexto e importancia que ha generado el concepto de salud mental, debería ponerse un foco importante en lograr que el jugador se sienta seguro al ingresar a una cancha o resguardarlo en su propio lugar de entrenamiento.
Hoy el fútbol chileno está en una lamentable zona de confort, donde los clubes están transitando por una vereda de sobrevivencia (aunque parezca increíble dada la cantidad de ingresos por la transmisión de los partidos y por las casas de apuestas que han llegado como sponsors), donde no hay inversión, no hay gestión, no hay creatividad y escasa voluntad por resolver estos temas.
El fútbol se encuentra secuestrado no tanto por las personas que causan efectivamente los desmanes en una cancha, sino por quienes los dirigen y su nula voluntad en resolver estos temas.
Invertir en el cuidado mental del jugador es invertir también en seguridad.
Hay una consigna que se usa mucho en las neurociencias que permite entender los cambios en las personas… se habla que durante el estrés el cerebro no busca cambiar, sino que espera que el estrés pase. Vale decir, frente a un estado de amenaza es muy difícil cambiar… y eso está pasando hoy en día con el fútbol.