Este año se han llevado a cabo desalojos y demoliciones de viviendas que usurpaban terrenos en Constitución, Antofagasta y Arica. Eran llamadas “tomas VIP”, porque tenían como fin un negocio: restaurantes, escuela de surf y amplias segundas viviendas a pasos de la línea de playa.
En la región de Valparaíso, una orden judicial ordenó el desalojo de la toma de Santa Rosa de Colmo. Según autoridades locales, el 80% de los residentes tenían una o dos viviendas propias. Una situación que causó la indignación de muchos que llevan años esperando por tener su casa.
La proliferación de estas usurpaciones ilegales provocó que la justicia haya tenido que intervenir. Además de Santa Rosa de Colmo, otra toma ubicada en San Antonio también tiene orden de desalojo para este mes.
Sin embargo, para Iván Veyl, sociólogo y director académico UST Viña del Mar, la judicialización de las “tomas VIP” no puede ser la única alternativa para solucionar la crisis habitacional en Chile. “Puede ser un mecanismo para hacer valer el estado de derecho y restituir los terrenos usurpados, pero no es el único camino. Tiene que ir acompañado de otros actores, como el municipio o el Ministerio de Desarrollo Social para identificar a las familias, que por una necesidad real no tienen vivienda y la necesitan”.
Las consecuencias de la pandemia y el aumento del flujo migratorio no solo provocaron que muchas familias que vivían en condiciones de hacinamiento decidiesen vivir en campamentos, sino que también abrió un mercado negro de usurpaciones de terrenos y venta de loteos.
De acuerdo con un estudio de la organización urbanística Atisba, el negocio ilegal de la venta de terrenos usurpados representa el 38% de las nuevas tomas que se han creado entre el 2018 y el 2022.
“Este crimen organizado ha llegado a ocupar el papel que no logra llenar el Estado y se ve como una alternativa para estas familias necesitadas que por muchos años llevan esperando solucionar su problema habitacional, por lo tanto, terminan accediendo a esta oferta del mercado negro, pero también los engañan aprovechándose de la necesidad imperiosa que tienen las personas de encontrar una vivienda”, asegura Veyl.