En nuestro país se diagnostican alrededor de 1.500 casos nuevos al año de cáncer cervicouterino y diariamente mueren dos mujeres a causa de esta enfermedad. Silenciosa y sin síntomas aparentes en fases iniciales, como en muchos otros tipos de cáncer, la prevención y la detección precoz resultan clave para cambiar esa triste estadística.
Actualmente, el principal factor de riesgo de este tipo de cáncer es el virus del papiloma humano (VPH), una infección que afectará a más del 80% de las personas sexualmente activas en algún momento de sus vidas. Aunque muchas de estas infecciones desaparecen por sí solas, todas las mujeres corren el riesgo de que el VPH persista y que las lesiones precancerosas evolucionen en cáncer.
La Organización Mundial de la Salud estableció la estrategia 90-70-90 con metas claras al año 2030: 90% de niñas vacunadas antes de cumplir los 15 años (factor en el que nuestro país ha realizado importantes avances) 70% de mujeres tamizadas con una prueba de alta precisión antes de los 35 años y 90% de mujeres diagnosticadas con cáncer cervicouterino que reciban tratamiento.
Como base de toda estrategia para erradicar el cáncer cervicouterino está la educación: necesitamos informar y movilizar a las mujeres para que tomen el control de su salud y consulten a tiempo y realicen un chequeo médico por medio del tamizaje –ya no solo con el examen del PAP– sino también incorporando el Test de VPH, examen que hoy cuenta con codificación Fonasa.
Tenemos el deber de avanzar en la pesquisa y ampliar la discusión sobre los cánceres femeninos, bajo un enfoque integral. Para aportar en este esfuerzo, este 31 de agosto seremos parte del seminario “Cáncer cervicouterino: un problema pendiente”, organizado por el Foro Nacional del Cáncer, donde especialistas de la salud, mundo privado y público, nos unimos para informar, debatir y avanzar hacia un futuro en el que los cánceres femeninos sean erradicados.