La verdad es un término, concepto o vocablo, que se originó y manejó con mucha profusión en la antigua Grecia, especialmente en el ámbito de la filosofía; generando según fuera su entendimiento, grandes polémicas y discusiones al interior de la Polis, específicamente en el sector denominado ágora, donde se reunían los ciudadanos a discutir y comentar los asuntos de competencia para el buen funcionamiento de la ciudad, generando grandes desacuerdos y también acuerdos.
Entre los primeros filósofos que se preocuparon por este concepto de verdad y de su correspondencia con los mejores valores de la sociedad griega – justicia, belleza, valentía, templanza, etc.- tenemos como a los principales, a Sócrates -considerado el padre de la filosofía- Platón y Aristóteles entre otros; no obstante, no es posible dejar de nombrar a otros pensadores llamados naturalistas, tempraneros o simplemente presocráticos por ser anteriores a Sócrates, -Heráclito, Parménides- los que también se preocuparon por este tema.
Como siempre ha sido, según cuenta la historia de la filosofía, hasta el día de hoy han existido diferentes corrientes de pensamiento, las que desde Sócrates en adelante han manifestado su interés por la verdad, – alétheia en griego antiguo y veritas en latín – que por sus características es un tema que convoca a la humanidad; esfuerzo reflexivo que fue importante en el momento que se realizó, el que a pesar del tiempo que contabiliza el paso de los siglos -más de veinte- se ha mantenido en forma escrita, en obras famosas que se han inmortalizado en el tiempo.
Ya estando en el siglo XXI, tenemos que, para el hombre de la calle existe la idea de la existencia de una verdad absoluta, -como la religiosa por ejemplo- la que ciertamente se aleja de su sentido más preclaro; el que desde la Grecia clásica hasta Descartes consideraba justamente lo contrario, o sea que la verdad no es absoluta, sino que ya con Sócrates, es una adecuación entre las cosas y el entendimiento de estas por parte de las personas.
Ya sea en la antigüedad como en la modernidad, la inmediatez del mundo en que se vive, ha llevado a que el ser humano busque satisfacer sus necesidades de certeza -verdad- frente a la realidad; constituyendo un hecho de verdad para este, todo aquello que le sirve y sustenta su diario vivir; o sea la verdad en términos de utilidad “lo que me sirve es verdadero pues así lo vivencio y así lo siento, y todo lo que no me es útil se aleja de esta manera de entender lo verdadero.” Este entendimiento de la verdad nos lleva a pensar que la gran heterogeneidad existente entre los seres humanos, respecto a su manera de interpretar la realidad como utilitaria para la satisfacción de sus necesidades, significa a la vez, que lo que es útil para una persona, para otra no lo es, situación que nos ubica frente a una gran diversidad de verdades o falsedades respecto de un mismo hecho o realidad, lo que normalmente desemboca en permanentes desacuerdos entre integrantes de un mismo grupo o sociedad.
Lo anterior es una buena evidencia que nos ayuda a entender el porque la verdad no es absoluta, la que más bien se percibe como más cercana al relativismo, o en otras palabras a como yo como individuo soy capaz de interpretar y rescatar lo que la realidad me ofrece, ofrecimiento que para cada persona es diferente.
El relativismo es la posición filosófica, para la cual hablar de verdad es hablar de una verdad entre otras; teniendo que ver con el conocimiento de los seres humanos y su grado de veracidad de la realidad, conocimiento que de un individuo a otro presenta grandes diferencias, pues según sea el contexto histórico, cultural, económico, educacional y político en que se ubica cada persona, será el grado de veracidad que le permite asumir su propia verdad.
Para el relativismo no hay verdades absolutas, por lo cual el camino que sigue la inteligencia para llegar al relativismo es vivir el subjetivismo, donde el fundamento de la verdad está en el sujeto que juzga.
El relativismo individual o subjetivismo tiene su origen con Protágoras de Abdera, famoso sofista y gran retórico de la antigua Grecia, que afirmaba que “el hombre es la medida de todas las cosas” dando a entender con esto, que todo es relativo al sujeto; donde la verdad depende de cada cual, no existiendo por lo tanto verdades absolutas, dado que todo está condicionado por el contexto, por el tiempo y el lugar en que suceden los acontecimientos. Un mismo hecho es interpretado de forma diferente por cada persona, en función del cuándo, dónde y cómo, existiendo tantas interpretaciones de un mismo acontecimiento como personas hay.
Según la tradición clásica, y el sentido convencional que se le atribuye en el discurso cotidiano, la verdad es la adecuación entre el entendimiento y la cosa.
Son muchas las disciplinas cualitativas y cuantitativas existentes, que son las encargadas de entregar conocimientos a las personas y a la sociedad; entre las cuales existen diferencias en la forma en que entienden lo que llamamos verdad, pudiendo existir por parte de estas disciplinas posiciones subjetivistas u objetivistas que nos entregan en forma de conocimiento su propia verdad, que a la larga se convierte en una verdad entre muchas otras verdades.
En Psicología, por ejemplo, la verdad es la correspondencia entre lo que intuimos o sabemos, con la realidad. De ahí que el concepto de verdad, considere también valores como la sinceridad, la honestidad, la franqueza y otros más.
Para los interesados en tratar de aclararse la pregunta de ¿qué es eso que llamamos verdad? y a modo de método es recomendable hacer un barrido por la historia de la filosofía desde la antigüedad hasta la actualidad, seleccionando algunos de los principales filósofos que reflexionaron en torno a la verdad, lo que nos puede ayudar para alimentar nuestra mente y así poder comparar diferentes posiciones, lo que sin duda nos ayudará a entender poco a poco tan intricado tema. Es seguro que en tan corto tiempo no encontrarán la definición de verdad que tanto interesa, pero sí habrán logrado realizar un acercamiento a temas de gran complejidad filosófica, que tienen que ver con el devenir del ser humano en sociedad.
Silvio Becerra Fuica, Profesor de Filosofía.