El Dr. Pablo Oyarzún, director de la carrera de Biología Marina e investigador del Centro de Investigación Marina de Quintay (CIMARQ) de la UNAB, Sede Viña del Mar, ha sido nombrado miembro del Comité Científico Técnico Pesquero (CCTP), un organismo establecido en virtud de la Ley General de Pesca y Acuicultura.
El Comité Científico Técnico Pesquero (CCTP) es un organismo asesor que se compone de siete investigadores con derecho a voto y desempeña un papel vital en la revisión de cuestiones pesqueras y de acuicultura, incluyendo vedas y cuotas pesqueras. El Dr. Pablo Oyarzún, investigador del Centro de Investigación Marina de Quintay de la UNAB, Sede Viña del Mar, ha sido nombrado miembro del citado comité y su labor será crucial para garantizar decisiones de manejo de pesquerías basadas en la ciencia.
El docente se unió al comité científico-técnico de recursos bentónicos, desempeñando un papel relevante en la asesoría a la Subsecretaría de Pesca y Acuicultura en asuntos relacionados con estos recursos. Su participación abarca un período de cuatro años, finalizando el 2027.
El Dr. Oyarzún expresó su entusiasmo y responsabilidad con respecto a esta labor, “desde 2021, he tenido el honor de formar parte de esta comisión, pero ahora, al ser seleccionado para un plazo más extenso, siento una renovada determinación en mi compromiso con la labor que desempeñamos. Asesorar a la Subsecretaria de Pesca y Acuicultura en cuestiones pesqueras, en particular en lo que respecta a los recursos bentónicos, es una tarea de gran importancia para la sustentabilidad y conservación de los recursos marinos”.
Nuevos desafíos
El investigador enfatizó la importancia de esta comisión, cuya misión principal es proporcionar transparencia y respaldo científico a los procesos y decisiones relacionadas con el manejo y ordenamiento de las pesquerías. Su función consiste en separar las decisiones de manejo de los Consejos Zonales de Pesca, lo que contribuye a una toma de decisiones objetiva basada en evidencia científica.
El comité opera a través de sesiones regulares, que se llevan a cabo al menos seis veces al año y están programadas estratégicamente para coincidir con eventos clave del proceso respecto a las decisiones. Esto incluye la disponibilidad de nuevos datos, actualizaciones de capturas, y otros factores que pueden influir en la toma de resoluciones.
El principal desafío radica en garantizar que las conclusiones sobre las pesquerías estén respaldadas por la mejor información empírica disponible, lo que contribuye a la sostenibilidad de los recursos pesqueros y al equilibrio entre su explotación y conservación a largo plazo.
“Además, al separar las decisiones de manejo de las influencias políticas o económicas, se fomenta la transparencia y la confianza en el proceso de toma de decisiones, promoviendo la cooperación y el compromiso de todas las partes interesadas en la gestión de las pesquerías”, explicó el académico.