Todo bebé nacido antes de las treinta y siete semanas de gestación es considerado prematuro. Esta condición trae consigo diferentes tipos de dificultades. Las principales problemáticas que puede presentar un recién nacido prematuro a nivel general, son aquellas de carácter infecciosas, cardiológicas, gastrointestinales, renales y neurológicas, que pueden ocurrir en los primeros días de vida.
Dentro de ellas, cabe especificar el síndrome de dificultad respiratoria, correspondiente a un trastorno relacionado con la inmadurez de los pulmones, debido a la carencia de surfactante, es decir, la sustancia líquida que permite que estos se mantengan expandidos. De igual manera, existe una patología llamada displasia broncopulmonar, que implica una enfermedad pulmonar crónica. A medida que los pulmones crecen y maduran, es posible la recuperación de esta condición.
Ahora bien, otro peligro común que puede ser generado en estos casos, es la apnea, una pausa respiratoria temporal, de más de 20 segundos. Se asocia a una disminución en la frecuencia cardíaca, bradicardia, desaturación y disminución en la cantidad de oxígeno en la sangre. Por otro lado, existe el riesgo de retinopatía, enfermedad en la que las retinas no están completamente desarrolladas, teniendo en cuenta que la mayoría de estas situaciones se resuelven por sí solas.
En el ámbito cerebral, otra complicación que podría surgir, es una hemorragia intraventricular, produciendo un sangrado dentro o alrededor de los ventrículos cerebrales, que contienen líquido cefalorraquídeo. Se debe principalmente a que los vasos sanguíneos son muy frágiles e inmaduros y se rompen con facilidad.
De igual forma, a nivel intestinal, se encuentra la enterocolitis necrotizante, causada por la lesión o inflamación del intestino delgado o grueso, lo que puede llevar a la muerte de los tejidos. En esta misma línea, se presenta la ictericia, producida por el acúmulo de bilirrubina en la sangre, manifestada a través de una coloración amarilla en la piel, que progresa de céfalo a caudal.
Respecto de los cuidados especiales de los recién nacidos de manera prematura, los aspectos principales son, seguridad durante el sueño, alimentación especial, protección de infecciones, especialmente respiratorias y gastrointestinales.
Un bebé prematuro dormirá más que uno nacido de término, pero por periodos más cortos, siempre debe descansar boca arriba, sobre la espalda, para reducir el riesgo del síndrome de muerte súbita del lactante. Respecto de la alimentación, dada su condición necesitará una alimentación especial, para crecer bien y recuperar el desarrollo que no alcanzaron a nivel intrauterino. Independiente de la forma en que se alimente lo más importante es resguardar las mediadas de higiene, para evitar infecciones gastrointestinales, siendo primordial un buen lavado de manos y la desinfección de los elementos.
Se deben limitar las salidas en las primeras semanas, principalmente en invierno. La inmunización en estos niños es primordial, deben recibir todas las vacunas necesarias que indique el médico, ya que, por su prematurez no recibieron la inmunidad materna. Además, todas las personas que estén en contacto directo, especialmente la madre, deben estar vacunados contra la Influenza y la tos convulsiva. Finalmente, pero no menos importante que los cuidados anteriores, es el apego piel a piel, mejorando la creación de lazos y promoviendo la lactancia.
Sandra Díaz Rozas, Docente de la Facultad Enfermería en la Universidad Andrés Bello, Sede Viña del Mar.