subcampos de: Climatología, geomorfología e hidrografía.
La historia de la humanidad tiene un origen relacionado a la geografía física. Los asentamientos nacen, porque determinado lugar resultaba estratégico, contaba con recursos que permitían la proliferación de sus habitantes y poseía afluentes de agua para poder sobrevivir y desarrollarse en diferentes áreas. Si bien, inicialmente el ser humano parecía ir de la mano con el entorno, años posteriores aquel nexo se perdió para dar paso a una visión
antropocéntrica, colocando de esta forma los intereses de toda persona por sobre lo demás, ocasionando construcciones cada vez más desconectadas del sitio donde se erigen, surgiendo, asimismo, el afán de querer competir con otro para ser mejor que aquel enfrentando lo que se interponga, razón por la cual, verbigracia, se construyó en dunares, quebradas, sobre humedales, en vegas, se desviaron afluentes de agua y realizaron un sinfín de cosas que atentan derechamente con la naturaleza bajo la consigna de desafiarla y ser
superior a otros.
Para prevenir o, al menos, aminorar los daños venideros por tal falta de consideración humana, es imperioso conocer la naturaleza, alinearse con ella y comprender el comportamiento -en los últimos 100 años, por ejemplo- de una zona geográfica específica en relación con el clima, la morfología del suelo y los diferentes cuerpos de agua relacionados, ya sea a nivel superficial y subterráneo, sumado a darle la importancia que tal
información reviste, pues ello se traduce en hechos concretos, como: (I) Identificación de zonas vulnerables donde es imposible construir; (II) Resguardos a considerar en determinados sitios; Y (III) Prevención de inundaciones y daños ocasionados por sucesos naturales.