Moraga es originario de Ocoa, una localidad de Hijuelas, donde dio sus primeros pasos en la música. A los 16 años, comenzó a tocar el trombón en el Liceo Luis Laborda de su ciudad natal. Aunque su estilo musical está profundamente arraigado en el lenguaje del jazz, ha trabajado constantemente para infundirle una identidad más latinoamericana, buscando siempre que su música refleje y se conecte con el lugar donde vive.
¿Qué tan importante es la improvisación en su música? ¿Podría describir su proceso creativo?
― La improvisación es esencial en mi música; es la base de mi propuesta. Mi proceso creativo es muy diverso, no hay una forma lineal de componer o de que este proceso sea siempre igual. Siempre es distinto y sorpresivo. Las ideas a veces llegan cuando no se buscan, lo que hace que cada vez que compongo sea una experiencia única y distinta de las anteriores o las que vendrán.
¿Cuáles son sus principales inspiraciones? ¿Qué obra o compositor le ha marcado más a lo largo de su carrera y por qué?
― Mis principales inspiraciones son Víctor Jara, J.J. Johnson, Inti-Illimani, Illapu, Los Prisioneros, Duke Ellington, Count Basie, Dexter Gordon, Carl Fontana, Rubén Blades, y Silvio Rodríguez. El disco que más me ha marcado es «Corazones» de Los Prisioneros. La primera vez que lo escuché, me impactó profundamente; me encantaron tanto la letra como la mezcla de música electrónica.
¿Qué significa para usted tocar en un entorno educativo donde los jóvenes son el público principal?
― Es un desafío, ya que la música que interpreto no es masiva ni se escucha en la radio o en TikTok. Es una música más contemplativa, por ende hacer atrayente está música a los jóvenes es un desafío.
¿Cómo cree que la música jazz puede influir en las generaciones más jóvenes?
― La mayor influencia del jazz es la libertad que ofrece, la posibilidad de expresarse de manera libre y sincera a través de la improvisación. La disciplina es clave porque un el trabajo técnico es arduo, ya que de esa forma se puede expresar mejor. Creo que el jazz es libertad, y esa podría ser la puerta de entrada a las nuevas generaciones.
¿Qué es lo que le gustaría transmitir con su música?
― En general, no busco transmitir un mensaje específico; prefiero que la música viaje sola a sus oídos y corazones y entregue lo que deba entregar, que cada persona la perciba según su propia perspectiva. A los estudiantes, me gustaría que vean la libertad y la pasión que la música puede generar en los músicos y en la gente que la oye; que comprendan que es un lenguaje no verbal compuesto por sonidos y ritmos, y que principalmente es un trabajo grupal que saca lo mejor de cada uno en un contexto colaborativo.
¿Cómo eligió el repertorio para el concierto de la próxima semana?
― Seleccioné música que abarca distintas épocas del jazz, desde lo más tradicional hasta lo más moderno.
¿Tiene algún mensaje que le gustaría mandar a las personas que están decidiendo aún si ir al concierto?
― Les animo a que se atrevan. Es una experiencia nueva, algo que no se ve todos los días, y menos en vivo. Puede ser algo significativo, y estoy seguro de que lo pasaremos bien.