POR LUCAS CHAPARRO
El Municipio de Cuidados, la Corporación Cultural de Viña del Mar y la Fundación Tarquinia tienen el agrado de invitar a la inauguración de la exposición “La Forma del Tiempo” de Max Sir y Claudio Bravo. Esta actividad se llevará a cabo el jueves 20 de febrero a las 18:30 horas en la Sala Viña del Mar, ubicada en Arlegui 683.
La exposición explora la relación entre el arte y la memoria a través del dibujo. Max Sir, influenciado por su residencia en Ucrania y su formación en Playa Ancha, reinterpreta la obra de Bravo con un enfoque en los animales, buscando en ellos una dimensión humana y simbólica. Su trabajo, que desafía el fotorrealismo con una “teoría de la lentitud”, utiliza el dibujo como un acto ritual y reparatorio, evocando el arte rupestre y el chamanismo. A través de su trazo, Sir plantea una reflexión sobre la fragilidad de la imagen y el tiempo, entrelazando estética, política y autobiografía.
Max Sir, también conocido como Sir Garrido Max Renan, es un polifacético artista chileno que ha destacado en los campos del teatro, el cine y las artes visuales. Con una carrera que abarca múltiples continentes, Max ha dirigido compañías de teatro en América del Norte, Central y Europa, obteniendo reconocimiento como ganador del programa internacional del nuevo teatro de vanguardia en Nueva York. También ha liderado la oficina de juventud y cultura de Villa Alemana y la Escuela Final de Arte del Rotary Club, además de impartir teoría del arte y estética en universidades.
¿Cómo definirías tu estilo visual actual, y cómo ha evolucionado a lo largo de tu carrera?
― Mi estilo es figurativo, creo que hay algo interesante en la figuración, en el acto de observar una realidad, pasarla por una percepción humana y poder comunicar una idea a través de la pintura o el dibujo. Es bastante diferente al fotorrealismo, que justamente copia una foto, que aunque ya creemos que es como se ve la realidad, lo cierto es que es otro tipo de percepción, nuestro ojo y cerebro no ven como una cámara. La figuración tiene mucho de una complejidad oculta que solo con un buen manejo de la técnica se puede llegar a expresar, y esa alquimia detrás de esa fachada de simpleza superficial es lo que me fascina.
¿Cuáles son las principales inspiraciones detrás de las obras presentadas en esta exposición?
― Estamos en un momento histórico marcado por la inmediatez extrema: las nuevas tecnologías, principalmente la inteligencia artificial, nos hace repensar nuestro rol general, y propósito como humanidad. Es curioso que Bravo dibujó esto justamente en un periodo en que los avances técnicos hacían que el mundo del arte estuviera volcado al uso de esas nuevas tecnologías. Hoy pasa algo muy similar, y sintiendo eso es que decidí este medio, el dibujo, pausado, de observación, como degustando el tiempo. La facilidad de hoy para crear “productos artísticos” me lleva a buscar lo opuesto: ralentizar el tiempo y recuperar la experiencia manual del dibujo como una forma de habitar el presente y reflexionar sobre nuestra humanidad y nuestro momento.
¿Cómo equilibras tus roles como pintor, director y actor, y cómo se reflejan estos en tu obra visual?
― Son diferentes disciplinas, diferentes lenguajes, aunque lo que hay que expresar es lo mismo. Realmente no se como se equilibran, en ese ámbito soy más trabajador que planificador. Pasa que mis grandes planes han chocado por terremotos, pandemias, invasiones, guerra, y otras cuantas cosas que me han enseñado a surfear por la vida y los proyectos, más que a planificar. Sólo intento mantenerme en movimiento.
¿Cómo te relacionas con la idea de la lentitud en el proceso creativo, especialmente en un mundo dominado por la inmediatez?
― El tiempo es una noción humana que da sentido a nuestra existencia. Dibujar me permite habitar ese tiempo, hacerlo tangible. En un mundo donde todo ocurre tan rápido, esa lentitud es una forma de resistencia, y de disfrutar de ser humanos.
¿Cuál es la relación entre la lentitud, el trazo y la obra?
― En la obra, el trazo es tiempo condensado. Cada línea es una pausa que registra la decisión, el ritmo y la intención del momento, invitando al espectador a vivir esa misma pausa. El tiempo es un instante que sueña, y la obra permite que sea mutuo.
¿Cómo ha influido la obra de Claudio Bravo en tu desarrollo artístico y en esta exposición en particular?
― Antes de trabajar en esta serie, no me había detenido en este autor. Bravo es un referente del arte figurativo en Chile. Él tiene una forma de afrontar el dibujo con un rigor casi meditativo, una forma preciosista de afrontar la relación modelo-dibujo. Me he encontrado con Bravo ahora. Me pareció que en esta venida a Chile todo confluyó a trabajar en este proyecto: el momento histórico, mis preocupaciones personales, los conflictos internacionales que me trae por aquí, la inteligencia artificial que estoy estudiando, y la relación con el significado de que es ser humano, el tiempo reflejado en el trance de la acción de dibujar, y por ultimo un contacto con las raíces de la quinta región donde nacimos tanto Bravo como yo, además del rito primigenio de dibujar animales que conozco, que he observado y son parte de mi vida.