¿Sabía usted que la mujer puede ver más tonos de un mismo color que el hombre, por el desarrollo evolutivo de su visión asociado al rol de recolectora de frutos en tiempos pretéritos, o que el rojo de los caramelos proviene de unos parásitos presentes en las tunas? Estas y otras preguntas respondió el doctor Freddy Celis, director del Departamento Disciplinario de Química y coordinador del Laboratorio de Procesos Fotónicos y Electroquímicos de la Universidad de Playa Ancha, en el seminario “La química y el color. Dos mundos no distantes”.
La actividad formó parte del ciclo de seminario “Acercándonos a la ciencia en contexto de confinamiento por pandemia”, organizado por la Facultad de Ciencias Naturales y Exactas.
El doctor Celis explicó las reacciones químicas que existen en la naturaleza y que permiten que veamos en colores, y afirmó que, por ejemplo, una bola amarilla es de todos los colores menos amarilla. “La química superficial de una bola amarilla tiene la particularidad de absorber todos los colores de la región visible del espectro electromagnético, excepto el amarillo, y esta longitud de onda es reflejada, porque este color es reflejado por este objeto. Bajo este principio, vemos el limón amarillo, el pimentón verde y el tomate rojo. Por supuesto que si hablamos en términos de química, podemos decir que hay un compuesto en abundancia que hace que el pimentón se vea verde. La química lo que hace es que la superficie del objeto que estamos observando tiene una composición molecular, que debe interactuar con la luz para que nosotros podamos observar ese color”, afirmó el académico.
Desde el cielo
Durante su exposición, Celis explicó también por qué es posible observar el azul del cielo y el rojo del atardecer. “La composición química de nuestra atmósfera está diseñada para que existan refracciones de la luz azul y violeta. Hay otro fenómeno asociado con la longitud de la onda, es decir con el tamaño de la onda de estos colores. El color rojo tiene una longitud de onda mayor que la del color azul. Entonces durante el día, preferentemente, las longitudes de onda que nosotros observamos en nuestra atmósfera son aquellas de longitudes de onda corta, por eso es que vemos el azul. El color rojo de la puesta de sol, se debe a la constitución química de la atmósfera, a los componentes en estado gaseoso y al material particulado, pero también a que durante el ocaso las longitudes de onda larga recorren un mayor espacio durante el ocaso”, sostuvo.
Desde los colores utilizados por las culturas precolombinas obtenidos de productos orgánicos, pasando por las tonalidades de escenarios naturales como la Laguna Roja en Iquique, la montaña Vinicunca al sur de Cusco (Perú) y la Catedral de Mármol de la Patagonia chilena, Celis dio cuenta de la presencia de la química que origina los colores de dichos lugares, fuertemente asociados a reacciones químicas entre los compuestos minerales presentes.
También se refirió a los colores en la industria de los alimentos, como es el caso de los dulces rojos, cuyo color responde a un compuesto llamado ácido carmínico extraído de parásitos de las tunas, conocidos como cochinilla. Por lo que cuando lea la etiqueta de un caramelo, fíjese si dice rojo carmín o rojo cochinilla, porque ya conocerá su procedencia.