Los expertos afirman que la trazabilidad, es decir, la proporción de casos de los que se conoce el origen, junto al aislamiento, son aspectos clave para frenar el avance del SARS-CoV-2.
Sin embargo, a principios de año surgió un nuevo semáforo para saber si hemos perdido el rastro al virus, esto es la identificación de las nuevas variantes que están afectando a Chile y, en particular, a la región de Valparaíso.
En el país, ya son 8 las variantes del virus que circulan, detectándose en nuestra región la brasileña y británica, ante lo cual el director del Centro de Investigación Hub Ambiental de la Universidad de Playa Ancha (UPLA), del cual depende el Laboratorio COVID-UPLA, doctor Claudio Sáez, advirtió que si no se realiza la secuenciación genómica, será imposible saber qué tipo de variantes son las que circulan en un lugar geográfico. Es la única manera de averiguar si el coronavirus ha mutado.
Para que se entienda, el virus está constituido por una membrana que cubre el material genético del SARS-CoV2, el RNA, que produce el COVID-19. Dicho material es un código genético conformado por 30 mil bases nucleotídicas, que le dan la esencia al virus.
“La única forma de modelar y entender las bases biológicas del virus es a través de la secuenciación completa de su genoma o cadena de RNA, que compone su base genética. Para eso se aísla el material genético de una muestra de saliva o nasofaríngea, el que se inyecta y se lee dentro de un secuenciador, que es un equipo que permite mapear completo el genoma del virus, posibilitando hacer comparaciones entre el mismo Sars-CoV-2 de distintos lugares del mundo. Eso es lo que ha permitido identificar nuevas variantes, que algunas de ellas se han convertido en problemáticas como la británica, la sudafricana, la brasileña, la neoyorquina o la californiana. Esto es muy importante de hacer, porque las primeras vacunas se desarrollaron en base al primer virus descrito, el de Wuhan, y se ha observado que tienden a disminuir su efectividad ante las nuevas variantes en circulación. Por eso mismo es importantísimo tener no solamente trazabilidad de la cantidad de casos, sino también un seguimiento de las variantes que están en circulación”, sostuvo el Dr. Claudio Sáez.
Cómo se producen las variantes
El investigador UPLA explicó que las mutaciones son eventos naturales que ocurren en cualquier célula o virus. Cuando el SARS-CoV-2 pasa de una persona a otra utiliza nuestro material genético para replicarse y crear más unidades del virus. Cada vez que ocurre, existe la posibilidad de que alguno de los componentes de la cadena de RNA se modifique por múltiples factores.
No necesariamente, afirmó Sáez, todas las mutaciones implicarán un cambio en el efecto del virus. “La mayoría de las mutaciones se pierden y no tienen efecto en la capacidad del virus de ser más transmisible o agresivo. Pero desde que comenzó la pandemia hemos identificado que, en zonas específicas del genoma del virus, principalmente aquellas asociadas a la proteína Spike -que son estas puntitas que tiene el virus alrededor, encargadas de entrar en contacto con los receptores de nuestras células e ingresar a nuestro organismo-, a medida que ha ido mutando el virus esa proteína Spike se ha ido parcialmente modificando. Aquello le permite una vez que pasa de organismo en organismo, adaptarse biológicamente para, eventualmente, eludir las defensas biológicas creadas por la persona y volver a contagiarla. Por eso se ha probado que, ante cepas más nuevas, las vacunas disminuyen su efectividad”, precisó el director del HUB Ambiental UPLA.
7 mil testeos mensuales
La secuenciación es un proceso costoso. El valor del equipo fluctúa entre 30 y 50 millones de pesos, a lo que hay que agregar otros 40 millones para los insumos de funcionamiento, además del operario del equipo y del analista de datos. El Laboratorio COVID-19 UPLA no cuenta con la tecnología de secuenciación genómica, pero sí con un equipo multidisciplinario que aporta a la trazabilidad de casos de la región de Valparaíso mediante la realización de pruebas diagnósticas para la detección del SARS-CoV-2 en 7 mil exámenes mensuales, con entrega de resultados en 24 horas.
“La secuenciación es un proceso caro, por eso requiere de una inversión del Estado, pero sí contamos con la gente preparada y el laboratorio COVID-19 para prestar ese servicio en la eventualidad que se requiera. Estamos haciendo entre el 20 y 30 por ciento del testeo regional, lo que nos podría dar una buena idea de cuáles son las variantes que están en circulación y, en vista de esa información, tomar decisiones de largo plazo que permitan desarrollar vacunas específicas para atacar las cepas que circulan en el país y disminuir la gravedad, transmisibilidad y mortalidad de los casos”, sentenció Sáez.