Una crítica a la reacción de la sociedad respecto a las personas que sufren alguna enfermedad de tipo mental realizó Juan Pablo Araya, psicólogo de la Facultad de Ciencias Sociales de la Universidad de Playa Ancha (UPLA), quien dijo que la mayoría de ellas sufre discriminación y estigmatización del entorno, lo que afecta a su estima en forma importante.
El académico hizo esta reflexión tras consultar su opinión respecto que, a partir del próximo 1 de marzo, las isapres no podrán comercializar planes de salud que restrinjan la cobertura para las prestaciones de salud relacionadas con enfermedades mentales, discapacidades psíquicas o salud mental.
Si bien Juan Pablo Araya celebró esta nueva normativa legal, advirtió que las enfermedades de salud mental generan miedo y distancia en los demás, producto de la ignorancia y desinformación que existe en torno al tema.
“El sufrimiento mental causa mucho miedo y está revestido de mucha ignorancia, lo que genera en el individuo una discriminación que es conocida como estigma o estigmatización… Está dentro de la cultura y es imposible entenderla fuera de ella, porque tenemos una tendencia a que las cosas funcionen, a que las personas estén preparadas para que hagan lo que les corresponde, trabajar, estudiar, pero en ciertos márgenes y de ciertas maneras. Quienes se apartan de ese orden establecido, de esa ‘funcionalidad’, son sancionados y catalogados de anormales, porque vivimos en una sociedad y en una cultura muy funcionalista; por ello son mal llamados ‘disfuncionales’ aquellas personas o familias que no cumplen con un criterio rígido”, dijo el académico.
Araya agregó que este el estigma se produce cuando alguien ve a una persona de manera negativa por alguna característica distintiva o por un rasgo personal que se considera una desventaja.
Lamentablemente, las creencias y las actitudes negativas hacia las personas que tienen alguna afección de la salud mental son frecuentes y ello se produce por la desinformación respecto a las enfermedades de salud mental y al temor que generan las conductas que salen de lo que se considera normal. Esto -dice Araya- implica actitudes y conductas negativas que dañan y que se vinculan a la discriminación, asociándose a algunos de los efectos nocivos del estigma comprenden, tales como: falta de comprensión por parte de familiares, amigos, compañeros de trabajo u otras personas; menos oportunidades laborales, o para participar en actividades escolares o sociales; y, en algunos casos hostigamiento, violencia física o acoso.
“El problema con la estigmatización es que genera autoestigmatización. Es decir, las personas que lo padecen también se discriminan así mismos, se siente diferentes, se sienten rechazados… Hay que preguntarse quiénes de nosotros no ha tenido nunca un problema de salud mental o un padecimiento psíquico. Gran parte de las personas hemos sufrido algo, lo que pasa es que no ha sido diagnosticado”, concluyó el psicólogo de la Universidad de Playa Ancha.