Por María Isabel Muñoz Jaime
Jefa de carrera Trabajo Social
Universidad Santo Tomás, Viña del Mar
Según la OIT y la UNICEF (2021) se estima que existen 160 millones de niños que trabajan a nivel mundial y de ellos 73 millones se encuentran realizando trabajos precarizados, es decir, uno de cada 10 niños a nivel mundial efectúa trabajos peligrosos y de alto riesgo para sus vidas.
Esta situación se repite en América Latina y el Caribe, donde se estima que 8,2 millones de niños entre 5 a 17 años realiza trabajos y más del 50 % de ellos son peligrosos para su salud, educación y bienestar.
Debido a las alarmantes cifras, la OIT ha decidido conmemorar el 12 de junio como el Día Mundial contra el Trabajo Infantil, con el fin de recordarnos que millones de niños deambulan de manera invisible por nuestras ciudades en condiciones de vulnerabilidad producto de trabajos informales e ilegales, empobrecidos y marginales, lo que atenta directamente con los principios de supervivencia, desarrollo y protección de la infancia.
Sin duda, estas experiencias para cientos de niños es más dramática porque deben salir de sus casas producto del debilitamiento de sus redes protectoras o la pérdida de empleo de los adultos responsables, causando en la mayoría de los casos la deserción del sistema educacional, donde no les queda más que desplegar estas estrategias de sobrevivencia para cubrir sus necesidades básicas y las de sus familias.
La proliferación del trabajo infantil expone a los niños a la obtención de recursos económicos a través de trabajos altamente vulnerables, de explotación y maltrato, destacando el trabajo doméstico, el comercio ambulante, pedir dinero en la calle, cargadores en ferias y mercados libres y otras formas de trabajo infantil tipificados como intolerables, donde son utilizados para desempeñar actividades ilícitas (robos, soldados del narcotráfico), explotación y comercio sexual, que atentan directamente con el pleno desarrollo físico, psicológico y de salud.
En este sentido debemos reconocer duramente que estos niños/as/es son víctimas de un sistema que ha fracasado en todas sus dimensiones, vulnerando el privilegio a la protección y al ser niño.
Finalmente, y según lo expresado por Heritta Fore, directora Ejecutiva de UNICEF en el año 2021, estamos perdiendo terreno en este tema y nos encontramos en una crisis profunda producto de la pandemia, la economía y los ajustes en los presupuestos nacionales.
Por esto la UNICEF insta a los gobiernos y bancos internacionales a dar prioridad a esta problemática permitiendo a los niños a retornar a las escuelas y a programas de protección social, promoviendo el trabajo decente para los adultos con el objetivo que las familias no deban recurrir a sus hijos para generar ingresos familiares.
Fotografía: Revista Summa.