El establecimiento, el cual es centro de referencia regional para el tratamiento de prematuros extremos, no posee registro previo de una paciente tan pequeña, se trata de una recién nacida que pesó apenas 450 gramos y que ya cumplió más de dos meses.
Se llama Malibú Castro y nació con 27 semanas de gestación. Con esas impresionantes cifras se presenta la paciente más pequeña que haya sobrevivido en la Unidad de Paciente Crítico de Neonatología del Hospital Gustavo Fricke, que junto a sus padres y sus tratantes celebra su historia de vida.
Su mamá se llama Johana Rivas, es originaria de Perú y vive junto a su esposo Diego en la localidad de Salinas de Pullally, una caleta de Papudo, a más de 100 kilómetros de Viña del Mar.
Su historia comienza cuando tras un control de embarazo en el Hospital de La Ligua, la derivan al Hospital de San Martín de Quillota, donde detectaron una severa restricción de crecimiento intrauterino, contando con 24 semanas de gestación.
Con bajísimas expectativas, la trasladaron a la unidad de Alto Riesgo Obstétrico (ARO) del Gustavo Fricke. “Malibú no avanzaba en el peso, se quedó estancada. Pero siempre tuvimos una esperanza de que las cosas podían salir bien a pesar de que los médicos me decían que las probabilidades eran súper, súper bajas y casi nulas. Con todo el equipo del Hospital teníamos programado que tuviera 28 semanas, que era la pequeña meta que nosotros queríamos para que pudiera reaccionar mucho mejor en la UPC Neonatología. Pero no llegamos a las 28”, afirma.
Así, una noche de sábado, a esta joven mamá le practicaron una cesárea de urgencia para lo que ni ella ni su esposo estaban preparados. Tal como lo cuenta el papá, Diego Castro, “en realidad nunca había visto un ser humano tan pequeño, era bien impactante, era muy chiquitita, creo que era más chiquitita que el porte de la mano, delgadita, y fue bien impactante igual ver a una persona tan pequeña, respirando y estando sin alguna intervención de oxígeno o algo así”.
“Pero creo que para una mamá —agrega Johana— no sé si es fácil, pero igual tú tienes las emociones tan fuertes que para ti tu hijo es el más grande y el más poderoso de todos”.
Apoyo desde el primer momento
Desde el momento en que nació, Malibú fue trasladada a la Unidad de Paciente Crítico (UPC) de Neonatología, centro de referencia regional para prematuro extremo.
Como explica la doctora Daniela Sandino, neonatóloga y jefa (s) de la Unidad, “recibimos a todos los bebés que necesitan hospitalización, ya sea por prematurez, por alguna malformación congénita, como por ejemplo, cardiopatías congénitas, o malformaciones digestivas; todo aquel que tenga una dificultad desde su nacimiento y en el proceso de estabilización. Son más o menos 600 niños por año, y de ellos unos 120 son prematuros extremos, que son aquellos con peso menor a 1.500 gramos”.
Aquí, esta familia fue superando sus temores iniciales con el apoyo del equipo de la UPC de Neonatología, donde su hija aún sigue creciendo: “En infraestructura, las matronas, las enfermeras, los TENS, los doctores, siempre sabes que tu hijo está muy bien cuidado, siempre sabes que tu hijo está atendido, siempre sabes que si hacen algo es porque realmente lo necesita, entonces, eso es muy, muy importante. Para un padre sentirse seguro es lo más importante del mundo”, dice Johana.
“Yo soy peruana, no soy chilena. Cuando tú no estás en tu país, no te sientes segura. Pero yo les puedo decir que aquí yo me sentí segura desde el día uno. Desde el momento en que yo pisé este Hospital, me sentí segura en todas las áreas: encontré mucha, fuera de profesionalismo, humanidad”, comenta.
Malibú llegó a superar obstáculos más grandes que ella misma.
La doctora Priscilla Marín, su médico tratante, argumenta que “los bebés de extremo bajo peso y además que son prematuros, son bebés con alto riesgo de tener un montón de complicaciones tanto respiratorias como cardiovasculares. Se someten a mucha instrumentalización, porque tenemos que ponerles accesos vasculares para poder nutrirlas precozmente porque bajan mucho de peso. De hecho, Malibú llegó a pesar 380 gramos, y tuvimos que poner varias veces catéteres para tratar de aportar todos los nutrientes para que lográramos subir de peso al bebé”.
Y lo que la hace más especial, es, según la especialista, que “hicimos una revisión de la estadística de los últimos 30 años y no tenemos sobrevida bajo los 500 gramos de peso al nacer. Por lo tanto, la Malibú sería nuestra primera paciente que, si Dios quiere, egresaría de esta Unidad habiendo sobrevivido con un peso inferior a 500 gramos”.
La esperanza
Hoy, con más de 1.700 gramos, y cerca de 3 meses en Neonatología, la bebé ya toma leche en mamadera y se prepara para, en un par de meses más, dejar el Hospital, y seguir avanzando en sus cuidados en su propia casa.
“Yo siempre les digo a las mamás que nunca se tiene que olvidar que los prematuros siempre son prematuros. La tarea continúa afuera con la enfermera que trabaja con nosotros en el policlínico, con los médicos que hacen la atención primaria, con los médicos que la van a cuidar fuera de este servicio. Entonces, no es solamente una tarea local, sino que después, la mamá debe seguir cuidándola, en campaña de invierno ponerle sus inmunizaciones, es un trabajo que se tiene que continuar y los cuidados son de riesgo, y sobretodo los primeros dos años de las infecciones respiratorias”, enfatiza la doctora Marín.
Y cuidarla es lo que más quieren sus papás. Tal como manifiesta Diego, “que Malibú crezca sana, que esté bien y le vamos a entregar todo el cariño y el amor posible para que esté todo bien. Ahora se ve distinta, igual a la mamá sí, pero está súper bien, yo la veo bien. Porque es enojona, cuando yo la tomo se pone a llorar, pero bien igual”.