Por José Ossandón
Claudio Espinosa Molina es un baluarte del periodismo chileno. Además de ser un gran reportero, es un tremendo contador de historias. Quizás no muchos lo conozcan, pero sí sus relatos, porque detrás de estas grandes noticias se encuentra este profesional, unos de los fundadores del diario popular, del diario más vendido en la historia de Chile: La Cuarta.
«Una vez iba con Antonio Garrido, chofer del móvil de policía del diario, ex campeón latinoamericano de box, íbamos a una pauta cuando se detuvo por una luz roja, a la altura de la Asociación de Radios Aficionados. De allí cerca salen tres mujeres bien bonitas, entonces Antonio les dice: ¡Qué comen ustedes para ser tan ricas! Una de las minas le grita: ¡Pi (irreproducible)!».
Cuenta Espinosa lanzando una risotada, como si aún estuviera sentado al lado de Antonio, en aquel auto que lo movilizaba para reportear crímenes de todo tipo, hasta los más escabrosos.
Este periodista, formado en Valparaíso, publicó su libro «La Cuarta se cerró detrás de ti» y el relato recién contado es uno de los capítulos de esta obra que promete sorprendernos por su humor y violencia, pues La Cuarta fue el diario que desde su origen, a principio de los 80, desconcertaba a los chilenos con titulares como «Antisocial ingresó a una vivienda y violó a la familia: se salvó el gato porque era de yeso».
«El libro es la historia de La Cuarta, desde su inicio hasta el momento de su muerte. El título alude a un bolero. ¿Por qué? Porque se me ocurrió nomás. En este libro cuento historias, noticias, desde que se fundó La Cuarta. Cuento sobre la vida, milagros, cahuines, secretos, anécdotas, agonías y muerte. En la contratapa del libro escribí algo así como: qué pena, se murió La Cuarta, nos quitaron el diario pop, qué vamos a hacer sin la Bomba Cuatro, que maten a los culpables, se acabó la uva, ¡Cardoen, manda racimos!».
La Cuarta aún sobrevive, pero en forma digital. Y hace tiempo dejó de ser el diario que maravilló a todo el país, especialmente por sus portadas y forma de informar.
A Claudio lo conocí en 1996. Trabajé con él hasta 1998. Fui reportero de crónica de La Cuarta, y no solo conocí a Claudio, también a su director, Diozel (Dios Él como le decían) Pérez; a Guillermo Zurita, a Eduardo Bruna, al Gato Gamboa, puros épicos. «Hoy La Cuarta no podría publicar las cosas de antes, como los titulares llenos de sangre y doble sentido, y fotografías de mujeres mostrando el traste. Se veía venir en todo caso, hubo excesos», cuenta.
«La Cuarta se cerró detrás de ti» contiene 53 capítulos, un centenar de páginas llenas de noticias, historias que parecen falaces, pero que son tan reales como la vida misma.
Gervasio
Espinosa fue uno de los primeros reporteros que llegó al lugar donde se colgó el cantante uruguayo Gervasio.
«Yo a él lo conocía, siempre lo entrevistaba por sus denuncias de acoso, de persecución. Venía hace rato advirtiendo que algo malo le harían. Él no se suicidó, lo asesinaron. Quienes estuvimos ahí nos dimos cuenta de dos cosas esenciales, primero: Gervasio fumaba mucho, sin embargo en el área solo había un par de colillas. Antes de tomar una decisión tan radical yo al menos me habría fumado la mitad de la cajetilla. Y segundo: las luces de su auto estaban apagadas y el lugar era muy oscuro. Cómo cresta iba a armar todo eso antes de colgarse».
El libro de Claudio ya está impreso y luego se enviará a las librerías. Entre las historias contenidas está también el caso de los psicópatas de Viña del Mar: «Detrás de los asesinos hubo un empresario muy influyente en el país. Eso ya se sabe».
Antes de cerrar la entrevista el escritor quiso contar otra crónica, que muy bien funciona como cuento: «El capítulo se llama Las Gallinas Borrachas. En una oportunidad me tocó reportear un caso en el sur, y en el regreso compré dos gallinas, en el camino. En la casa nadie quiso cocinarlas, así que las pesqué y les hice un corte en la parte de la barriga. De allí brotó una cosa oscura, espesa. Ningún veterinario quiso atenderlas porque no cachaban nada de aves, así que las llevé a una universidad, allí las diseccionaron, las abrieron. Entonces me dicen: eso negro, espeso, es el hígado. Tenían cirrosis. Claro, las gallinas estaban al lado de una viña y se comían los restos que dejaban las bodegas».