Better call Saul es la serie perfecta.
Tiene serios problemas de temporalidad real, Bob Odenkirk no podrá ser físicamente como Saul Goodman de hace 9 años, pero es una maravilla cómo en todo este tiempo los realizadores ganaron experiencia y hoy nos muestran una gran producción del séptimo arte, con movimientos de cámara, actuaciones y escenas que superan a Breaking Bad.
Ya sé cómo terminará esta obra de arte, y la verdad es que estamos frente a un hito de la industria del cine, porque BCS es cine puro en la tele.
La escena donde don Eladio manda a acostar al viejo Héctor Salamanca y a Gustavo Fring a irse de su casa porque quiere tener un buen desayuno, para no oír el timbre «alegador» del anciano, debiera estar en el podio de las mejores presentaciones de historias de gánster.
El segundo episodio del último tramo del capítulo seis y final de esta serie cierra una dimensión y abre otra, la historia de Saul Goodman y la «muerte» del personaje Jimmy McGill. Ahora veremos con más recurrencia a los narcos de Breaking Bad y, según dicen, a los protagonistas de esta misma: Jesse Pinkman (Aaron Paul) y Walter White (Bryan Cranston), además de los policías (el bueno de Hank Schrader) y la familia del profesor de química que se transformó en el genio de la producción de metanfetaminas en Albuquerque: el gran Heisenberg.
La serie la puede ver todos los martes en Netflix, donde también están todas las temporadas de Breaking Bad y la película secuela de esta serie, protagonizada por Aaron Paul: El Camino.