Patricia Rivera y su pareja Marcelo —dueños del restaurante de comida rápida “Sazón”— saben lo que significa reinventarse. Ambos son chilenos, pero se conocieron en Ecuador y desde entonces, su vida en común ha estado llena de cambios.
“Nosotros siempre hemos sido muy inquietos con mi pareja”, reconoce Patricia, psicóloga de profesión, y ahora microempresaria gastronómica por opción.
Esa inquietud los llevó a vivir cinco años en Suiza para regresar en enero de 2007 y así volver a empezar en Chile.
Específicamente en Coquimbo, en donde primero partieron con papas fritas envasadas al vacío y, en septiembre de 2016, pocos días antes del maremoto, a la cabeza de “Sazón”.
“Con Marcelo vendíamos papas envasadas al vacío y Sazón era un cliente nuestro. Supimos que querían vender y pensamos que podía ser una buena idea comprarlo. Y nos empezó a ir bien. Ninguno de los dos tiene estudios de gastronomía, ni contabilidad ni nada, pero somos autodidactas y hemos estado estudiando harto, y además contamos con la creatividad de Marcelo para hacer un menú atractivo”, cuenta con orgullo Patricia.
El local ya se llamaba “Sazón” y como les gustaba el nombre, decidieron mantenerlo. Eso si le dieron un giro al sabor de los platos al mezclar las recetas tradicionales con ingredientes algo más exóticos como, por ejemplo, el jengibre y la cúrcuma.
Almuerzos caseros
Su fuerte son los almuerzos caseros, pero postularon a Impulso Chileno con el propósito de aumentar el horario de atención al público al construir un área para el servicio de cafetería, que les permitirá ofrecer desayunos y postres.
El equipo —que integran también otras cinco personas— ofrece un menú que varía cada día, además de una selección de platos extras.
Por un programa de televisión se enteraron de las postulaciones a Impulso Chileno, pero no alcanzaron a presentar el proyecto, pero “al año siguiente postulamos porque teníamos la idea de potenciar el negocio”, recuerda Patricia. Específicamente “teníamos el sueño de instalar una cafetería que fuera independiente”, relata.
Y lo lograron porque esta microempresaria es una de las ganadoras de la IV versión del concurso que le significó un premio de $5.000.000.
“Estamos orgullosos y contentos de haber ganado. No solamente las lucas sino también por los aprendizajes. Nuestra mentora Mariel es súper comprometida. Aprendí harto de finanzas y organización, nos ha ayudado harto para poder profesionalizar nuestro negocio”, comenta la emprendedora gastronómica.
Con el premio empezaron a implementar una cafetería: compraron un mesón, una vitrina pastelera de dos metros, un refrigerador grande. Y dentro de poco adquirirá mesones y maquinaria. “La idea es atender desde temprano y tener preparaciones como empanadas, dulces, pasteles, vender postres y poder ampliarnos. Salir de dar solo almuerzos y abarcar el desayuno”. Para eso pusieron en comodato una máquina de café, con las que están aprendiendo a hacer café expreso.
Patricia y Marcelo son parte de los 200 ganadores de la IV versión de Impulso Chileno, iniciativa de la Fundación Luksic, que repartió un fondo total de 1.000 millones de pesos.