Pequeño de cuatro años, que ha pasado dos de ellos hospitalizado en el Hospital Dr. Gustavo Fricke del Servicio de salud Viña del Mar Quillota, debido a una compleja enfermedad, fue dado de alta para retomar su vida junto a su familia.
La mitad de su vida ha vivido de manera continua en el Hospital para enfrentar un complejo diagnóstico. Tiene cuatro años, se llama Ignacio Pérez Ojeda, pero en el Hospital Dr. Gustavo Fricke le dicen Nachito. Y tras dos años, se fue finalmente a su casa, en Villa Alemana junto a sus papás y sus tres hermanos mayores, para conocer una vida normal, fuera de una sala de hospitalización.
Diagnóstico
La historia comienza en su casa en Villa Alemana, como lo cuenta su padre, Ronny Pérez: “Yo en ese momento estaba trabajando, mi señora me llama y dice que Nachito había vomitado y se le había inflamado el estómago. Nosotros pensamos que era simple, no sé, no sabíamos en ese momento. La cosa es que desde que llegamos el primer día acá empezaron a hacerle exámenes y exámenes, no mejoraba, seguía vomitando, y de ahí que parte toda la historia. En resumidas cuentas, ya vamos a llevar cuatro años con toda la enfermedad de Ignacio. Nosotros no sabíamos a qué nos enfrentábamos”.
La pediatra nutrióloga, Dra. María Teresa Torres, que lo atiende desde entonces, explica que “este chiquito estuvo muchas veces hospitalizado en forma intermitente por cuadros de obstrucción intestinal antes del año de vida, hasta que le hicimos el diagnóstico alrededor del año de edad, de un trastorno motor del funcionamiento de su intestino, que se llama pseudo oclusión intestinal crónica. Ha necesitado tratamiento nutricional especializado que es a través de una vía venosa central donde se le dan todos los aportes nutricionales que él necesita para su crecimiento y desarrollo”.
El futuro para Ignacio, con algunos cuidados, se ve bien. La Dra. Torres, pediatra nutrióloga señala que “este chiquitito puede desarrollar una vida normal solamente limitado por los cuidados de su catéter venoso central; si está bien protegido, él puede hacer una vida prácticamente normal. Yo espero que este chiquitito pueda ir al jardín, pueda tener una escolaridad normal, va a tener algunas limitaciones en cuanto a actividad física pero van a ser las menos”. Y el ánimo está. Como dice su papá, “él nos ha demostrado que sí se puede, que la lucha constante que tiene él, con las ganas de vivir, con las ganas de sonreír, con las ganas de hacer travesuras, nos demuestra que nosotros no somos nada, él pone toda su fuerza acá”.