Por Silvio Becerra Fuica, Profesor de Filosofía.
Hablar de una paradoja en el sentido griego, significa que, respecto de una cosa, tratado, discurso, ideología y otros, siempre existirá la posibilidad de que exista sobre cada uno de los nombrados, una multiplicidad hermenéutica, dado que quién está entendiendo e interpretando estas realidades, lo hace desde su propio interés y estilo de vida.
Para acercarnos a la comprensión de lo que es una paradoja, es adecuado comenzar hablando del término doxa, que se relaciona con la opinión común, la que sin mayor análisis es aceptada como válida o verdadera por una gran mayoría de personas, en el concierto de la interacción social. No obstante, en ocasiones surgen ideas que son catalogadas de extrañas, pues son opuestas a la asumida opinión general, resultando marcadamente contradictorias para el contexto lógico-cotidiano imperante; ideas que en el fondo pueden llegar a ser verdaderas al ser acogidas por la comunidad.
Esta nueva forma de ver la realidad es lo que en filosofía se conoce como para- doxa, entendida como lo contrario de la opinión común, o como una antilogía, donde un nuevo logos, reemplaza al logos vigente.
Algunos sinónimos de paradoja son: contrasentido, incongruencia, incoherencia, absurdo.
Históricamente la paradoja ha funcionado como un estímulo provocador, capaz de cambiar lo establecido, significando esto que en un momento determinado se ven enfrentadas dos visiones respecto de algo – lo normal y lo extraño- las que se contraponen mediante elementos argumentativos y de persuasión, que según sea su fortaleza y consecuencia con la realidad, permitirán que se mantenga el statu quo vigente o el nuevo que se pretende instalar.
La I.A. es un tema que se viene discutiendo por varias décadas, la que en sus inicios fue considerada como una forma de ciencia ficción; ayudando en esto el cine y las publicaciones y escritos de ciencia ficción de la época. Al respecto es necesario reconocer, que con el paso del tiempo muchos elementos de ficción, se han convertido en realidad, siendo un ejemplo claro de ello las obras de Julio Verne, entre las cuales se destaca el viaje a la luna imaginado por éste, el que se hizo realidad el 16 de julio de 1969, fecha en que la nave espacial Apolo 11, alunizó en el Mar de la Tranquilidad. En este sentido la I.A. evolucionó de ser una mera teoría, a una bullente e imparable realidad.
La paradoja de la I.A. la podemos encontrar, en el hecho, de que por un lado es un aporte, un beneficio y una solución para los requerimientos de la sociedad moderna; pero, por otro lado es al mismo tiempo un gran problema, considerando que la plataforma algorítmica que la sustenta, que se caracteriza por su capacidad de autoaprendizaje y crecimiento exponencial, pudiese en algún momento escaparse al control del ser humano, con lo que podrían verse superados los objetivos que éste tuvo en vista al crear la I.A., de la cuál, aún no se tiene certeza de cuáles serán sus efectos para la humanidad; pues se nos aparece como si fuese un símil de la mítica caja de Pandora, la que al ser abierta permitió que todas las calamidades que contenía en su interior asolaran inclementemente al ser humano, ante lo cual lo único rescatable y de beneficio que contenía esta caja es la esperanza, de la que se dice, que es lo último que se pierde.
La aplicación, uso y conocimiento de la I.A. por parte de la humanidad, es algo que surgió en un presente no muy lejano; que es cuando el mundo cae en la cuenta, de que nuestras vidas y el funcionamiento de las sociedades en todos sus ámbitos, han estado por décadas comandadas por elementos de I.A., que con el paso del tiempo pasaron a formar parte de todo el hacer del hombre; alcanzando en el presente un gran avance en lo técnico, alcanzando ribetes preocupantes en el ámbito de lo humano; pues esta nueva realidad se instaló subrepticiamente en el cotidiano del ser humano, sin que a éste se le hubiera solicitado su consentimiento.
Paradojalmente, la I.A. pasó de ser como ya se dijo, una ficción en sus inicios, a una patente realidad en lo actual, alcanzando una fortaleza cada vez más influyente; considerando que está implicada en prácticamente todos los procesos que tienen que ver con el desarrollo y destino de la humanidad.
Esta es la situación que vive el mundo actual, el que se encuentra agobiado por una gran cantidad de problemas de todo orden -sobrepoblación, cambio climático, sequías, inundaciones, déficit alimentario, migración y otros- muchos de los cuales podrían verse beneficiados con la aplicación de la I.A. en todos los ámbitos del desarrollo económico y hacer social; lo que resulta de gran efectividad para encontrar soluciones en tiempos más acotados.
Sí, esta es una realidad palpable -la I.A.- la que día a día, como si fuese un virus, se desparrama y comienza a ser parte de todos los procesos científicos y humanistas, generando potentes redes que interactúan y se retroalimentan entre ellas.
Finalmente, se puede decir que la I.A. ha sido capaz de atravesar todos los umbrales; que anteriormente se pensaba, que esta tecnología nunca podría superar. Craso error de nuestras inocentes mentes; pues según opinan expertos en el tema, la I.A. de benefactora, pasó a convertirse en un potencial peligro para la raza humana, pues día a día su poder se acentúa en forma permanente, sin que exista la forma de poder controlar su accionar.
De esto se trata la paradoja de la I.A.; que ofrece un beneficio para solucionar los problemas del ser humano, pero que a la vez constituye, según opinión de muchos el comienzo del fin de la humanidad tal como la conocemos y ante lo cual el hombre de la calle nada puede hacer, pues lamentablemente sin saberlo es parte colaborativa en el futuro tecnológico que se avecina a pasos agigantados.