Por Silvio Becerra, profesor de filosofía.
Durante las últimas décadas, han aparecido a la luz pública, una serie de términos y conceptos que se han convertido en verdaderas reflexiones filosóficas y sociológicas, acerca de la sociedad y de su funcionamiento, con sus errores y sus aciertos. Algunos de estos, son los conceptos de lo pulido (Byung-Chul Han) y de modernidad líquida (Zygmunt Bauman).
Respecto de lo pulido, se puede decir que es un concepto, mediante el cual se trata de despejar algunas incógnitas, que tienen relación con la repercusión en la vida de las personas, de ciertas formas de relación fáctica y obligatoria, de las cuales éstas no tienen plena consciencia, ni remota idea de cómo surgieron y de cuáles son sus verdaderos fines; pero que al fin y al cabo, son las que mueven y continúan moviendo los hilos de nuestra existencia.
En cuanto al concepto de modernidad líquida, que es el que nos convoca, fue acuñado en la década de 1990, por el filósofo y sociólogo polaco, Zygmunt Bauman, prolífico difusor de sus reveladoras teorías, mediante innumerables publicaciones, entre las cuales se aprecia, un amplio espectro de su reflexionar, sobre las diferentes dimensiones de lo humano-social, que se destaca en algunos de los siguientes títulos: Modernidad líquida; Amor líquido, Maldad líquida; Vida líquida; Tiempos líquidos; Generación líquida; Vida de consumo; El arte de la vida y muchos más, los que indefectiblemente. están correlacionados entre sí, tanto vertical, como transversalmente, lo que muestra lo sólido y coherente de su pensar.
Zygmunt Bauman (1925-2017), falleció a los 91 años, genuino representante de un pensamiento sólido, en tiempos de liquidez social, que fue capaz de descorrer el pesado velo, que permitió poner a la vista de todos, las ocultas contradicciones de los procesos sociales actuales; las que sin sus acertadas observaciones, habrían sido bastante más difícil descubrir y comprender, poniendo de esta manera, en clara evidencia, lo feble de las relaciones humanas, las que son comandadas, principalmente, por el consumismo, el hedonismo, individualismo y la pérdida de los vínculos naturales que deben existir entre los pares que la sociedad les antepone.
Cuando Bauman, habla de modernidad líquida, para los tiempos actuales, está utilizando un concepto de gran extensión y generalidad, pues en ella se encuentran implícitos, la sociedad líquida, un tiempo líquido, una vida líquida de las personas, una interrelación líquida, una tecnología líquida y una educación líquida; todos estos, como parte de procesos líquidos, que se caracterizan por su inestabilidad, incertidumbre y falta de solidez, lo que se traduce en una sociedad cortoplacista, que no es capaz de garantizar el mañana.
Pero, ¿qué es la modernidad líquida según Bauman? Es una categoría sociológica que permite dimensionar el estado actual de nuestra sociedad, la que se traduce en un entendimiento de esta, como en un estado de permanente cambio, por la acción de una tecnología globalizante, que en forma imperativa impone su accionar; es una figura de cambio constante donde todo es transitorio, que se encuentra atada a factores educativos, culturales y económicos.
Desde este punto de vista, la modernidad líquida, por su falta de solidez, siempre se escapará a la posibilidad de poder contenerla y manejarla, al mismo modo que el agua se escurre libremente de nuestras manos, que en un afán inútil pretenden contenerla. Para entender mejor este concepto, es de gran ayuda, pensar en la existencia de una modernidad sólida, que comprende procesos y estructuras sociales de varios siglos de existencia, que mantenían una cierta certidumbre y seguridad en el tiempo, lo que posibilitaba proyectarse a un futuro próximo, lo que duró hasta avanzada la segunda mitad del siglo XX, en que comienza la modernidad líquida, la que poco a poco se impone, hasta instalarse definitivamente, hasta los tiempos actuales, situación que al parecer, difícilmente habrá de cambiar.
En la sociedad líquida, la vida de las personas es líquida, donde todo es temporal e inestable y por tanto sometido al cambio y a la caducidad permanente, donde las personas rememoran con nostalgia el pasado y se aferran con desesperación por ejemplo, a lo dicho por Jorge Manrique de Figueroa, todo tiempo pasado fue mejor, poeta castellano del siglo XV que pasó a la historia, gracias a su obra: “Coplas a la muerte de su padre,” que forma parte de la literatura española, que pareciera dar un poco de conformidad y una soñada certeza al hombre actual.