Esta técnica apunta a llevar el agua directamente a la zona radicular de las plantas, en contraste con los sistemas tradicionales que distribuyen el agua en la superficie del suelo, dejando que fluya hacia las raíces por gravedad.
El riego subterráneo está transformando la forma de cultivar diferentes especies convirtiéndose en una solución eficiente para zonas con escasez hídrica, ya que evita las pérdidas por evaporación superficial y escurrimiento, la cual consiste en la aplicación y distribución del agua directamente a la raíz de la planta a través de un sistema de goteros ubicados en forma subterránea.
El especialista en riego, Luis Leris Garay de INIA Intihuasi y jefe de la oficina técnica de Limarí en la región de Coquimbo dictó una charla sobre este tema en el marco del proyecto “Centro de Extensión en Agroecología y Economía Circular La Pachamama: Un modelo sostenible de agricultura familiar para zonas áridas y semiáridas”, iniciativa impulsada por FIA. Aquí planteó los beneficios y los puntos claves a considerar en la instalación de un sistema de riego por goteo subterráneo.
Lo que se busca a través de este método de riego subterráneo, asegura el experto, es llegar con el agua a la zona radicular, es decir, donde la planta está consumiendo el recurso hídrico. “La mayoría de los sistemas de riego, ya sea presurizado, automatizado, por goteo o por aspersión, distribuyen el agua sobre la superficie del suelo y ésta, de forma gravitacional, avanza hacia la zona donde están las raíces”, señaló.
Entre las ventajas del riego subterráneo frente al riego de superficie, son que se logra un ahorro del 35% de agua comparado con el riego por aspersión, menor presencia de malezas, se reduce las aplicaciones de fertilizantes, mejor control de la salinidad, menor contaminación de suelo y agua; y, menor exposición a roturas por roedores.
El especialista aconseja que antes de instalar las tuberías y emisores de riego, se debe realizar una buena labor de suelo, porque después éste no se puede intervenir con arado u otros implementos de labrado profundo, sobretodo en especies forrajeras como alfalfa o arbustos forrajeros. “Para maximizar su eficiencia, lo importante es que el agricultor tenga claro que después de establecida la especie no se puede laborar el suelo”, recalca el experto.
Otro aspecto importante es estudiar la disponibilidad de agua en la zona donde se pretende instalar este sistema, diseñarlo sobre la base de las necesidades específicas del agricultor; y, seleccionar los cultivos más adecuados para ser regados.
La alfalfa es un cultivo factible de implementar con este método y el INIA posee experiencias que han sido validadas exitosamente en regiones geográficas áridas donde los suelos son difíciles de manejar, es decir, suelos compactos de pobre condición física, escasa aireación y bajo contenido de materia orgánica. Sin embargo, a pesar de estos obstáculos, “hemos instalado la cinta a 20 cm de profundidad; y el cultivo ha funcionado con alta eficiencia hídrica”, asegura Luis Leris.
Recordar que una limitación tradicional del cultivo de alfalfa es la alta necesidad de agua de riego, cuya falta en períodos críticos del cultivo afecta los rendimientos (14.000 m3/ha para producciones de 15 a 16 t MS/ha).
Por la experiencia existente, este método permite un funcionamiento de muchos años si se realizan las mantenciones adecuadas, se elige los emisores correctos y la profundidad adecuada para el tipo de suelo. Pueden durar entre 25 y 30 años, lo que a la larga es un ahorro para el agricultor. Además, al estar enterrados los emisores, líneas de goteo y matrices no se deterioran porque no tienen contacto directo con la radiación solar. Además, no tiene un gasto energético alto porque los emisores de riego pueden funcionar con un mínimo entre 8 y 10 m de presión, es decir, menos de un bar de presión.
El experto explica que en nuestro país este sistema ha funcionado bien en huertos de cítricos como limones, nogales, vides pisqueras y almendros. En tanto, en países como Argentina se está usando bastante este sistema de riego subterráneo en amplias superficies para producción de maíz y soya.
Los fundadores de la Granja La Pachamama, Marco Aceituno y Macarena Valdés, en el área de establecimiento de los frutales utilizan un mulch de forraje verde hidropónico seco que colocan sobre la superficie del suelo como una forma de cubrir el suelo, evitando que se pierda el agua por evaporación directa. “El uso de este mulch de forraje verde hidropónico seco tiene un buen potencial para este sistema de riego porque ayuda a mantener la humedad del suelo”, destaca Luis Leris. “Es una forma de cubrir el suelo, evitando que se pierda el agua por evaporación directa. Con este sistema se va transformando el suelo y se podría facilitar el trabajo de implementación del gotero y después se puede tapar con estos pastelones de mulch biodegradable”.
Bajo las condiciones que tiene Granja La Pachamama, que es el lugar donde el especialista explicó el uso y las bondades de este sistema, podría funcionar el riego en forma subterránea para el establecimiento de frutales, alfalfa y la producción de especies forrajeras arbóreas como es el tagasaste.
Lo que sí, recalca el experto, se tiene que considerar ciertas prácticas agronómicas de manejo y uso de suelo, que tienen que estar en combinación con el riego subterráneo. “En el caso de Granja La Pachamama, al momento de laborar el suelo conviene agregar una cantidad adecuada de materia orgánica aplicando una capa de guano de unos cinco centímetros; y luego, realizar la labor de subsolado de modo de preparar el suelo como si se fuese a sembrar”.
Bajo este esquema, se apunta a hacer una agricultura de cero labranza, es decir, un mínimo laboreo del suelo, moviendo una delgada capa (entre 4 y 5 cm) para no dañar las tuberías y emisores de riego.
Este tema forma parte de la jornada sobre “Herramientas para una gestión sostenible de los recursos naturales» que se realiza en el marco del proyecto “Centro de Extensión en Agroecología y Economía Circular La Pachamama: Un modelo sostenible de agricultura familiar para zonas áridas y semiáridas”, apoyado por FIA y ejecutado por el INIA La Cruz.