La salud bucal sigue siendo una de las grandes olvidadas dentro de las políticas sanitarias, a pesar de que las enfermedades de la cavidad oral figuran entre los principales problemas de salud pública en Chile y en el mundo.
Su alta prevalencia, el impacto en la calidad de vida, los elevados costos de tratamiento y el hecho de que sean fácilmente prevenibles las convierten en una preocupación urgente que aún no recibe la atención que merece.
La Organización Mundial de la Salud (OMS) advirtió en 2022 que las enfermedades bucodentales afectan a más de 3.500 millones de personas en el planeta, situándose como el problema de salud más común.
Dentro de este panorama, la caries dental y la enfermedad periodontal lideran las estadísticas, provocando dolor, dificultades para comer o hablar, e incluso alteraciones psicológicas, especialmente por su efecto en la autoestima y la vida social.
Pero el problema no es solo clínico: tiene un fuerte componente social. La prevalencia de estas enfermedades está estrechamente relacionada con el nivel educacional, el estatus socioeconómico, la edad, la zona geográfica e incluso las brechas en el acceso al sistema de salud. En otras palabras, la salud bucal refleja las inequidades que aún persisten en nuestra sociedad.
Según la OMS, Chile se encuentra entre los países con mayor proporción de caries sin tratar: entre 40,6% y 55,7% de la población infantil presenta lesiones activas. Las cifras crecen con la edad: 62,5% de los niños de 12 años y un alarmante 99,4% de los adultos mayores viven con caries.
Además, los estudios nacionales indican que esta patología es más habitual en mujeres, particularmente entre los 45 y 59 años.
Por su parte, la enfermedad periodontal, que incluye la gingivitis y la periodontitis, es otra gran responsable de la pérdida dentaria. Si bien la inflamación de las encías puede comenzar desde la infancia, su avance sin tratamiento deriva en la destrucción de los tejidos de soporte de los dientes, provocando la pérdida irreversible de piezas dentales. Al igual que la caries, su prevalencia aumenta con la edad y suele coexistir con otras condiciones de salud general.
Además de estas patologías, hay otras que igualmente son preocupantes, tales como las anomalías dentomaxilares, los traumatismos dentoalveolares, las lesiones de la mucosa oral, el cáncer bucal y los defectos del esmalte. Todas ellas afectan el bienestar físico, emocional y social de los pacientes.
En resumen, las enfermedades bucodentales se manifiestan desde los primeros años de vida y se agravan con el paso del tiempo. Por ello, es esencial iniciar los controles dentales desde el primer año e integrarlos en la rutina familiar cada seis meses. Educar y prevenir desde la infancia es la mejor estrategia para evitar tratamientos costosos y dolorosos en la adultez.
Por Dra. María Paz Pinedo, coordinadora dental de Clínica Colonial




















