Hoy más que nunca, la sociedad vive de la información. En las mañanas, al despertar, la acción inmediata de la mayoría de las personas es tomar su teléfono móvil y ver qué hay de nuevo. Conforme pasan las horas del día, es usual que las personas dediquen más tiempo a ver información en su celular, que a cualquier otra actividad. Durante el 2020, con las medidas de restricción impuestas por los gobiernos, el cambio en los hábitos de millones de personas en el mundo, incrementó el tiempo que dedican a navegar en las diferentes plataformas digitales.
Según un reciente informe publicado por We are Social y Hootsuite, las personas invierten en promedio cerca de 7 horas diarias en internet, 2 horas y 25 minutos en redes sociales, 2 horas leyendo medios de prensa tanto en línea como impresos, 1 hora escuchando radio, 3 horas y 24 minutos viendo TV tipo streaming y broadcast, 1 hora y 31 minutos escuchando música a través de streaming y 54 minutos escuchando podcasts. En el caso concreto de Panamá, 2.82 millones de usuarios tienen acceso a internet, lo que equivale a un 64.8% de la población, es decir más de la mitad de la población total del país. Esta data nos deja ver la importancia y la responsabilidad que tienen los medios de comunicación y la prensa, en cuanto al tono que le imprimen al contenido que comparten a diario, pero también de nosotros como ciudadanos y de cómo valoramos ese contenido, que puede ser capaz de construir la paz y la justicia, de llamar a la productividad y competitividad o de desatar la guerra y el caos.
Por ello, este año el tema central del Día Mundial de la Libertad de Prensa es “La información como un bien común”, destacando la importancia de disponer de una información verificada y fiable, tal como declara, Audrey Azoulay, directora general de la UNESCO; pero además hacer un llamado a que la libertad de prensa no es sinónimo de publicar lo primero que veo, que escucho o que me digan, sin que haya un proceso de investigación previo para comprobar la veracidad de la información.
La transparencia debe ser uno de los valores principales del periodismo. Y aunque la noticia no sea positiva, siempre se debe buscar informar a partir de la verdad, pero ofreciendo alternativas de solución al problema, la noticia no debe ser una crítica destructiva, ni debe ser una fuente para atacar a un medio o periodista. En este punto, es imprescindible escuchar todas las partes involucradas en un acontecimiento, ser neutrales y objetivos. Respetar, también, la libertad de expresión del periodista y del medio, sin necesidad de amenazas porque salga a la luz, porque el propósito final de publicar una información debe ser que las personas se enteren de lo que acontece, para construir y seguir creciendo sobre esa base, no para derrumbar y destruir e iniciar de cero.
En estos momentos, según la Clasificación de la Libertad de Prensa 2021, establecida por Reporteros Sin Fronteras (RSF), que evalúa la libertad de prensa en 180 países y territorios, en el 73% de estos países, el periodismo se encuentra en las categorías de situación difícil, muy grave o problemática. La buena noticia es que, en el caso de la región de América Latina, pese a que registra el mayor desgaste en las puntuaciones regionales con +2.5%, sigue siendo uno de los continentes más favorables a la libertad de prensa junto con Europa. Este año, Panamá ocupa el puesto 77 de 180 países, bajando una posición en este ranking, con respecto al año 2020.
El fenómeno de desinformación, conocido como las “fake news” es otra pandemia que se ha convertido en el coronavirus de la información, contra la que muchos periodistas y medios de comunicación, así como empresarios, políticos y sociedad civil se han tenido que enfrentar, y que ha ido escalando y ganando terreno en los últimos años, producto de la inmediatez, de querer tener la primicia, sin darnos cuenta que podemos causar profundas cicatrices en nuestra sociedad, que pueden tomar años para sanar.
La mejor vacuna que tenemos contra la pandemia de las “fake news” es la investigación, es el periodismo de calidad, es aquel periodismo basado únicamente en la verdad comprobada. Así como el mundo se ha unido y puesto en marcha para acabar con la pandemia ocasionada por el COVID-19, es posible que todos en equipo, medios y agencias de comunicación, periodistas, políticos, empresarios y sociedad civil demos un paso adelante e iniciemos el proceso de vacunación contra la desinformación que nos permita construir una paz y una justicia sostenibles.
(Fuente: Atrevia Chile).
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