Por Carlos Schneider Yañez
Odontólogo y Magíster en Gestión en Salud Universidad de Chile
M.B.A. Tulane University (USA)
En los últimos meses Chile ha enfrentado varias “batallas” electorales; plebiscito, gobernadores, alcaldes, constituyentes y concejales, en cada una de ellas las piezas se han movido de uno a otro lado, con grandes ganadores y perdedores. En julio serán las primarias y en noviembre -la épica madre de todas las batallas-, la presidencial, que será la jugada maestra que puede remecer el tablero.
Si bien los electores han ido disminuyendo de una elección a otra, hemos visto a entusiastas jóvenes que van a votar. Será quizás por las nuevas ideas o candidatos que han cautivado con ideas frescas y de vanguardia, será fruto de los tiempos, pandemias y nuevas tecnologías, pero lo cierto es que todo el alicaído y vetusto sistema anterior, ralentizado por años de permanencia y alternancia pactada, tiembla en sus pedestales.
Atrás quedaron las manías por la imagen, la sonrisa perfecta, la mirada constante, la palara precisa, donde la forma de decir las ideas, la impronta del candidato, el “don de mando” y una figura “presidencial”, eran las huellas que calaban hondo en la decisión del votante. Sin embargo, no se trataba sólo de hablar bien y de corrido, la gente quiere contenido y consecuencia.
No es baladí, que los medios de comunicación estén poniendo acento en las preguntas que apuntan al contenido programático de los candidatos. Las personas quieren saber detalles, como quiénes son sus asesores, quiénes los financian, dónde están sus debilidades y si las tienen, cómo piensan arreglárselas con el poder.
Algunos candidatos no revelan todo, como cantinflas modernos llenan los vacíos con palabras bonitas, otros son más abiertos, directos y esa transparencia es su mejor carta de presentación, porque la ciudadanía sacó enseñanzas del estallido social. Los conceptos como crecimiento, emparejar la cancha o equilibrios macroeconómicos, ya no seducen como antaño, siendo reemplazados por igualdad, dignidad, fraternidad que pareciera debe ser la argumentación angular de las propuestas de los futuros gobernantes.
En los debates presidenciales transmitidos por televisión, los candidatos han sudado, ya no es el mismo periodista de siempre que suavizaba las preguntas, ahora dispara una batería de interrogantes que le interesa a la gente. Los medios de comunicación también están demandados por un mayor análisis y crítica.
El rey desnudo, ahora es interpelado…