Por José Ossandón
Periodista y director de La Región Hoy
La verdad es que primero pensé ponerle a esta columna de opinión (de vértebras digitales) El Patito Feo, pero luego recordé que ese cuento me lo relataba mi madre antes de dormir y me dije: “No puedes ser tan malo”.
Le tengo cariño al Patito Feo.
(¿Se acuerdan de ese cuento clásico-contemporáneo, escrito por Hans Christian Andersen —escritor y poeta danés— que narra la historia de un pato grande y torpe, que sus hermanitos lo molestaban por lo feo que era, que sin embargo al crecer se convirtió en un hermoso cisne?)
Por lo tanto, el título de mi narración no encajaba para nada con lo que actualmente sucede en BancoEstado.
Es así que decidí ponerle El Patito Chiquito, en honor a esa popular canción que el grupo folclórico Los Huasos Quincheros puso en el tapete radial a mediados de los años 50 y que en la década de los 70 decidiera cambiar su letra para celebrar el sanguinario Golpe de Estado.
¿Recordemos un párrafo?
“El Patito Chiquito / No quiere ir al mar / Porque en agua salada / No sabe nadar. El patito el día 11 / Rezaba sus oraciones / Y a don Jecho le decía… Por este día te agradezco señor… El Patito periodista / Visitaba la moneda / Y asombrado comentaba… No queda nada, nadita de nada… El Patito escuchó / Un discurso de la Tencha / Que en México así decía… Ay de mi llorona llorona…”.
Pero la real letra es:
El patito chiquito no puede nadar,
porque en el agua salada se puede ahogar,
el patito le decía «Ay mamita, tengo frío!».
Y la mamá le respondía
«Con mamita, patito, nada va a pasar,
con mamita, patito, nada va a pasar».
Eso dice la inocente canción del Patito Chiquito.
Tan cándida como la imagen del Patito de BancoEstado, arriba de una mesa, invitando a los chilenos a abrir una cuenta RUT.
Por una opción personal decidí contratar el servicio de Chequera Electrónica de esa casa bancaria y dejar atrás “los abusos” de los demás bancos, “posom”.
Al comienzo el Pato pudo nadar y mi tarjeta de débito funcionaba bien, además de la maravillosa idea de no disponer de línea de crédito, el abismo de los consumistas como yo.
Sin embargo, el Patito se ahogó en esa agua salada que tanto temía y en tiempos de Pandemia se ha comportado como el carajo, por no ser más soez.
En diciembre anunciaron que los clientes dispondrán de una nueva tarjeta, con chip, y que a partir de enero de este año las de banda magnética ya no servirán. Ah, pero cómo este Patito igual tiene su corazón, dieron un mes más de plazo para obtener el nuevo plástico.
Resulta que a partir de febrero mi tarjeta ya no es válida así que no puedo comprar. No me quedó otra cosa así que cambiar la famosa tarjeta. Fui a dos sucursales del BancoEstado: de Viña del Mar y de Valparaíso.
Luego de dos horas de larga fila, con ancianos, jóvenes y adultos esperando “enmascarados” la atención de los “patitos” y “patitas”, la respuesta técnica y profesional que obtuve fue: “Hace dos meses que no tenemos las tarjetas con chip, están agotadas, y no sabemos cuándo llegarán”.
Agotadas.
Agotadas como dos abuelitas que pedían a gritos que les dieran una solución para retirar su dinero. “Vaya a la caja y con el carné lo pueden hacer”, dijo una “patita”. Allá fueron las pobres ancianas, a hacer una nueva fila… una larga fila de personas que se apilaban ya olvidando el contagio del coronavirus.
¡Cómo en plena pandemia a BancoEstado se le ocurre este cambio de sistema de débito! Qué le pasó al Pato…
«Con mamita, patito, nada va a pasar,
con mamita, patito, nada va a pasar».
¡Mentira! A este Pato le importó nada que los chilenos que no tenemos acceso a casas bancarias de otro nivel nos infectemos. Como dice un amigo: se ponen creativos y las “ca..n”.
(Usted termine la oración).
Espero que BancoEstado recapacite y active el sistema de tarjeta de banda magnética hasta que superemos la emergencia sanitaria.
Sería bueno, como sugiere gran parte de la ciudadanía, que se enojó el pasado 18 de octubre de 2019, que las próximas autoridades de Gobierno entreguen gestos cívicos como pasar de las isapres a Fonasa, o matricular a sus hijos en liceos y escuelas y no en colegios particulares, para que vivan en carne propia lo que muchos chilenos padecen con el sistema público.
También sería bueno que estas mismas, incluyendo a los próximos presidentes de la República, dejen de ser clientes de los bancos pirulos y se metan al agua salada del Patito.