Por José Ossandón
Periodista y director de La Región Hoy
Cuando chico tenía un carrito con rodamientos que me mandó a hacer mi papá. Con todos los cabros de la población nos íbamos a lanzar camino abajo, en alguna parte de Copiapó.
Era potente el carrito, de madera y unos rodamientos debajo. Lo guiábamos con unas cuerdas y nos sentíamos Eliseo Salazar o Nelson Piquet.
Todos los días pescábamos el carrito y lo arrastrábamos hasta una pendiente, donde sea. Muchas veces, para no decir casi siempre, aprovechábamos la velocidad de algún camión y nos uníamos a su parte trasera y… Muchas veces terminábamos estrellados en un muro, pero no importaba, porque la idea era pasarlo bien.
Un par de veces se partió el carrito de madera, pero lo reparábamos con clavos. Los rodamientos siempre fijos, nunca se soltaron.
Para tener un bueno carro se debe contar con buenos rodamientos como ruedas. Ante la eventualidad, esas pelotitas de acero servían para no perder el control.
Este Gobierno es un carrito de madera, enclenque, desvencijado, sin esas pelotas de acero. Mientras el país cae en una nueva crisis, con olor a pólvora, con hedor a estallido, el Presidente descansa no sé dónde diablos y sus ministros entre que están de vacaciones o ocultos en sus oficinas.
Cuando falta menos de un mes del cambio de mando, el señor Piñera sigue asombrándonos con sus acciones temerarias; no valientes, porque no hay nada de eso. Temerarias porque apuesta a destinos que pueden terminar en el despeñadero.
Hoy los camioneros están en las calles para decirle en su cara, al gobierno de Sebastián, que si sigue la violencia en el sur y el norte de nuestro país habrá desabastecimiento.
Siempre recuerdo mi carrito de madera.
Lo usamos harto con mi hermano, primos y amigos.
Terminó destruido de tanto uso, pero sus ruedas, sus rodamientos, sus bolas de acero, se mantuvieron leales a esa maravilla infantil.
(MORALEJA: Para lanzarse cuesta abajo se debe tener las bolas bien puestas).