Tiene 28 años y un compromiso social a prueba de todo. Samira Chahuán Akle se tituló en 2015 de la carrera de Sociología de la U. Andrés Bello, sede Viña del Mar, y desde su cargo de directora regional de la Fundación Pacto Social en la Región de Valparaíso, analiza cuánto ha cambiado Chile y cómo sueña a su país en el futuro.
Samira Chahuán lleva el compromiso social en su ADN. La joven de 28 años y oriunda de Quilpué – pero calerana de corazón, como se define-, se tituló de la carrera de sociología de la U. Andrés Bello, sede Viña del Mar, en 2015.
Desde entonces, comenzó su camino profesional férreamente ligado al servicio social: Primero en la “Fundación Para el Progreso”, formando jóvenes. Luego fue invitada a participar del Gobierno del ex Presidente Sebastián Piñera, en el Instituto Nacional de la Juventud, como coordinadora regional, para pasar posteriormente como jefa de gabinete en la Seremi de Salud. Hasta hace muy poco, estuvo como directora de Desarrollo Comunitario en la Municipalidad de Papudo. “Ha sido un viaje intenso pero sumamente enriquecedor”, describe Samira su trayectoria.
Y hoy, ¿dónde trabajas y cuál es tu rol ahí?
Hoy soy directora regional de la Fundación Pacto Social en la Región de Valparaíso. Un proyecto que nace el 2019 y que viene a responder a la desconexión entre el Chile que toma las decisiones y el Chile que sufre en primera persona los problemas sociales. Estamos construyendo un espacio para que los líderes territoriales puedan incidir directamente en la toma de decisiones y resolución de problemas. Pasa que a veces, gran parte de estas soluciones se fabrican desde una oficina en Santiago y esa percepción la escuchamos repetidamente en todas las juntas de vecinos a los que voy, porque a nadie se le ha ocurrido considerarlos.
¿Qué te hace feliz en tu trabajo?
Existe claramente un distanciamiento entre las autoridades y las personas. Tener una política del diálogo es necesario para los tiempos de hoy, impulsar y formar líderes sociales que tengan impacto en la toma de decisiones. Sentir que podemos ser el puente entre las personas y el Estado, y dar voz a quienes han sido históricamente postergados.
¿Por qué decidiste estudiar Sociología?
Sociología es una carrera muy amplia, que permite desarrollarte profesionalmente en distintas áreas y ámbitos de la vida laboral, tanto en lo público como en lo privado. Es una carrera multidisciplinaria, que te ayuda a comprender los fenómenos sociales, poder estar inmersa en aquello para buscar la resolución de problemas sociales. Cuando decidí estudiar la carrera fue principalmente para conocer a cabalidad la sociedad en la que vivimos, los procesos sociales e históricos y, a través de la investigación, proyectos y estudios poder aportar para un país más próspero, equitativo y justo.
¿Qué condiciones debe tener un buen sociólogo?
La importancia de escuchar y empatizar, de estar inmerso en la realidad, tener buenas habilidades comunicativas y tener una capacidad crítica, y de análisis sin sesgos.
¿Cuáles son los desafíos que tienes en lo personal y laboral?
Crecer como Fundación en la región de Valparaíso, continuar la pega de escuchar y empatizar con las personas y sus dolores, algo que los políticos olvidaron, poner los temas que realmente le importan a los chilenos y chilenas sobre la mesa.
¿Cuánto crees que Chile cambió en los últimos tres años: antes del estallido y de la pandemia?
Chile cambió y sigue cambiando. Durante la pandemia las organizaciones de la sociedad civil, erróneamente muchos creen que se congelaron, vivieron un periodo de activación potente. Se organizaron, se ayudaron como comunidad, se apoyaron entre sí. El tejido social en las comunidades se fortaleció, los líderes sociales, deportivos, etc., son los que se desplegaron en sus territorios para dar ayudar y orientar a sus propios vecinos. Esto refuerza la hipótesis de la Fundación Pacto Social, las soluciones tienen que estar construidas junto a los dirigentes y centradas en las personas.
¿Cómo sueñas el Chile de mañana?
Más dialogante, con políticos conectados con las realidades locales, que las decisiones no se tomen en Santiago en cuatro paredes, sino que las soluciones salgan desde las comunidades. Quiero un Chile en que no se «funen» unos a otros por pensar distinto, que la violencia no sea un método legítimo de uso entre la ciudadanía, sino por el contrario, que seamos capaces de entender que la diversidad es lo que nos enriquece y nos fortalece como sociedad.
¿Qué mensaje le darías a los jóvenes que entren a estudiar esta carrera?
Cuando ingresé a la UNAB, un profesional de la ex DAE, actual DGDE, me dijo: “Hay dos tipos de estudiantes, los que van a clases y se van para la casa, y los que estudian, pero quieren ser un aporte positivo en su entorno y ese es el que participa de voluntariados, centro de alumnos, talleres, etc., tú decides cuál quieres ser”. Ese mismo consejo les doy a ellos, que participen, que se involucren en su entorno, que vean la Universidad como un espacio no sólo de aprendizaje en lo académico, sino desde lo humano. Hay que dejar un sello y tienen un tremendo espacio para hacerlo.