Por Sonia Martínez Moreno
Académica Licenciatura en Historia
Universidad Andrés Bello, sede Viña del Mar
En los últimos años vivimos una contradicción en nuestra relación con el patrimonio.
Si bien revalorizamos el patrimonio inmaterial (costumbres, modos de vida), no afrontamos el expolio del patrimonio material monumental.
Al cumplirse un nuevo aniversario de la celebración del patrimonio en Chile, me pregunto: ¿hemos cuidado los espacios arquitectónicos y patrimoniales que datan de nuestra historia y refieren nuestra identidad?
Esta pregunta me invita a pensar, por ejemplo, en la Iglesia de San Francisco en Santiago Centro y en cómo ha sido dañada en su fachada exterior con rayados; o también en la escultura “Ícaro y Dédalo” en la entrada del Palacio Bellas Artes, dañada por el vandalismo y la falta de cuidado en actividades masivas.
La tarea de proteger el entorno patrimonial no solo recae en las instituciones o el Estado, sino que forma parte de nuestra educación y responsabilidad hacia la cultura.
Este 28 y 29 de mayo celebraremos el día de los patrimonios, evento que debe unirnos en una misma intención: evitar el expolio de cualquier tipo de patrimonio y revalorizar la narrativa histórica, artística y cultural como base de nuestra identidad.
Debemos cuidar tanto el patrimonio originario americano como las herencias europeas, que evidencian el sincretismo cultural; ambos hablan de lo que somos como chilenos y latinoamericanos.
Es fundamental mantener la huella del patrimonio, evidencia de nuestra historia para las futuras generaciones.
Fuente de fotografía: mural.cl.