Por Claudia Ravazzano, académica de la carrera de Fonoaudiología UNAB, sede Viña del Mar
Durante el desarrollo de un niño, una de las primeras acciones que surgen como respuesta a las necesidades básicas de éste es el llanto, el cual es interpretado por su madre, padre y/o cuidador a cargo y determina que es lo que necesita: ¿será hambre? ¿tendrá frío? Estos serán sus primeros indicios de comunicación.
Cuando son pequeños, los niños pueden presentar dificultades para escuchar, comunicarse, alimentarse, entre otras cosas. Y a medida que va avanzando el tiempo, estos problemas van evolucionando con el niño, por tanto, las adecuaciones también se van modificando, considerando además la adquisición de la lecto-escritura, hito relevante en el desarrollo lingüístico-comunicativo.
Aspecto primordial para su óptimo desarrollo será el adecuado proceso alimentario, ya sea por medio de la lactancia materna o lactancia sustituta que será base de una buena nutrición y maduración de estructuras relevantes para la comunicación, pero ¿qué pasa si este niño es prematuro y no logra alimentarse de forma adecuada por su boca? ¿no succiona de forma correcta y está conectado a una maquinaria que le permite sobrellevar su vida? Estas son algunas de tantas situaciones en donde la presencia del fonoaudiólogo hace la diferencia.
Desde la primera infancia apoyamos a los niños en el conveniente desarrollo de habilidades para que logre un sistema de comunicación eficiente y funcional, que le permita lograr una interacción significativa con su familia, pares y otros adultos en diferentes contextos. Lo mismo ocurre con los procesos de alimentación en niños con necesidades particulares en esa área, como también las pesquisas auditivas preventivas en los recién nacidos.
En el caso de los adultos y personas mayores el fonoaudiólogo interviene en las diferentes alteraciones que se pueden dar a consecuencia de un traumatismo craneoencefálico, accidentes cerebrovasculares, enfermedades neurodegenerativas como Parkinson, Alzheimer, esclerosis lateral amiotrófica, etc.
Aquí el fonoaudiólogo ayuda a las personas a mejorar sus procesos comunicativos, cognitivos y alimentarios con la finalidad de que acceda a una mejor calidad de vida. Asimismo, en el caso de personas que trabajan o utilizan su voz como herramienta de trabajo (profesores, abogados, cantantes) muchas veces sufren de alteraciones vocales por abuso o mal uso vocal.
Puede existir la presencia de patologías como cáncer laríngeo, parálisis cordal, entre otras. Generando como consecuencia disfonías u otras alteraciones en la voz que impiden desarrollar su profesión de forma óptima. El fonoaudiólogo podrá intervenir y apoyar el proceso recuperativo o entrenamiento funcional con la finalidad de recuperar la voz.
Uno de los desafíos es lograr visibilidad y generar cambios en la percepción del rol del fonoaudiólogo dentro del equipo de salud y educación. Dar a conocer la relevancia de nuestro trabajo, desde la idea de que el lenguaje y la comunicación son las actividades que nos definen como seres sociales.