Por Marco Moreno, Académico Escuela de Gobierno, Universidad Central
Tras 185 días el presidente Gabriel Boric, por segunda vez, vuelve a reestructurar su equipo de gobierno para intentar, en su segundo año de mandato, recuperar capacidad de gobierno que se pueda expresar en la recuperación de la hasta ahora esquiva aprobación ciudadana a su gestión. La apuesta pasa por mejorar la gestión incorporando entre sus colaboradores a secretarios/as de Estado con experiencia y conocimiento en los asuntos públicos.
También, busco introducir equilibrios es la segunda línea de gobierno al realizar cambios en 15 de las 39 subsecretarias, para tener más eficacia gubernamental y corregir la asimetría existente en el oficialismo en estos cargos.
Según señaló el mandatario “lo que me motiva a hacer estos cambios no son las presiones políticas ni compensaciones menores, sino mejorar la capacidad de respuesta y gestión, ante las urgencias de nuestra patria”. Después de un año, el presidente parece estar comprendiendo que lo que importa de un gobierno al final del día son sus resultados.
Quizás por lo anterior el mandatario llamo a sus colaboradores a “privilegiar los resultados por sobre la ideología”. Esto implica una decidida apuesta por el pragmatismo e incrementalismo en la gestión de gobierno y políticas públicas. Habrá que ver como procesan este mensaje los sectores más fundamentalistas de su administración y si están dispuestos a una suerte de realismo sin renuncia 2.0. Lo esperable es que frente a estas visiones el mandatario internalice que gobernar para cambiar las cosas es navegar contra la corriente. No hay otra forma de liderar y gobernar.
Hace un año el gobierno empeño su palabra cuando anuncio su programa. El país lo evalúo por sus resultados. Hoy el presidente Boric y su administración parecen estar teniendo más claro que nunca que ‘resultados’ es la palabra que encumbra o hunde a un gobierno.