Como importante desembolso fiscal, debe ser estudiado, definiendo prioridades en su ejecución y evaluando usos alternativos en programas económicos y sociales. Condonar el CAE es igual a aproximadamente 37 veces el presupuesto asignado para el proyecto de sala cuna universal, 7,5 veces la deuda total de las Isapres, a 6 líneas de metro, similares a la 9, a 14 veces todo el presupuesto para la reactivación educativa o a el programa anual de alimentación de la JUNAEB , que es de mil millones anuales, equivaldría a una década de alimentación para los niños chilenos.
Además, es necesario considerar que no todos los beneficiarios son iguales y algunos recibirán ingresos futuros por encima de aquellos que no estudiaron en la universidad. Según la Comisión Ingresa, el 63% de los egresados está al día, pero solo el 24% de quienes abandonaron sus estudios lo está. La deuda promedio es de 6,8 millones de pesos, y el 50% debe menos de 5 millones de pesos. Sin embargo, cerca de 43.000 deudores tienen una deuda superior a 20 millones de pesos. La cuota promedio es de 1,42 UF, pero aproximadamente 20.000 deudores tienen una cuota superior a 4 UF mensuales. La iniciativa propone una condonación universal, destinando recursos públicos a quienes hoy no los necesitarían.
Es importante analizar las condiciones en que el fisco pretende endeudarse para dicha condonación. Se ha mencionado la posibilidad de un crédito extranjero, que se pagará en cuotas de 300 millones de dólares anuales durante 20 años. Mientras que el 63% de los egresados está al día con sus pagos, solo el 24% de quienes abandonaron sus estudios lo está. Además, la deuda promedio es de 6,8 millones de pesos, y una minoría significativa tiene deudas mucho mayores. Es esencial considerar las condiciones de financiamiento y su impacto en las cuentas fiscales para evitar que esta medida se convierta en una carga de deuda pública. La educación superior es un factor estratégico para la movilidad social y la reducción de la desigualdad en Chile.
Más allá de la condonación, es crucial diseñar un sistema sostenible que combine créditos, gratuidad y becas para mejorar la calidad de vida y la competitividad del país a nivel internacional.
El problema del CAE no solo se enmarca en un criterio político y de gasto público, sino también educativo. La educación superior se ha transformado en un motor de la movilidad social y en una herramienta efectiva para superar la pobreza y la desigualdad. Según datos de la OCDE, en promedio en Chile, una persona con estudios superiores gana 2,8 veces más que una sin ellos.
Por lo tanto, lo importante a evaluar no es solo la decisión de condonar, sino la urgencia de un reemplazo.