Celebrar el Día de la Infancia implica mucho más que entregar regalos o dedicar saludos. Es una invitación urgente a reflexionar sobre el lugar que damos al juego en la vida cotidiana de niñas y niños. Porque jugar no es un pasatiempo: es una necesidad vital, un derecho y una forma profunda de aprender.
La imaginación, lejos de ser un simple recurso creativo, es el lenguaje con el que niños y niñas procesan el mundo, se comunican y construyen significados. A través del juego simbólico —ese en que transforman una caja en nave espacial o un mantel en capa de superhéroe— desarrollan habilidades que los acompañarán toda la vida: cooperación, empatía, lenguaje, pensamiento lógico, resolución de problemas y autorregulación emocional.
Estudios recientes (Gonzales‑Soto y Herrera‑Occ, 2023) destacan que el juego promueve competencias motrices, cognitivas, emocionales y sociales, fortaleciendo también la coordinación psicomotora y la creatividad. Desde la neuroeducación se sostiene que jugar activa funciones ejecutivas, lenguaje, bienestar emocional y pensamiento matemático. Todo esto en un marco de libertad: “todo juego es, antes que nada, una actividad libre”.
En este sentido, Jean Piaget afirmaba que “el juego es el trabajo del niño”, y Catherine Garvey subrayaba su poder para facilitar la gestión de emociones y la construcción del carácter. Ambas visiones, aunque formuladas hace décadas, cobran hoy renovada vigencia en un contexto que exige más que nunca niños resilientes, empáticos y creativos.
Por ello, la Subsecretaría de Educación Parvularia, en su Plan de Reactivación Educativa, promueve garantizar “espacios libres, espontáneos y seguros”, con adultos disponibles que acompañen el juego sin dirigirlo, creando condiciones para la exploración y el vínculo.
Celebrar la infancia es también asegurar que se cumpla el derecho al juego, como lo establece la Convención sobre los Derechos del Niño (1989). Es proteger el derecho a imaginar, a crear, a ser.
Cada minuto de juego es una inversión en humanidad. Al jugar, niñas y niños construyen los cimientos de una sociedad más justa, respetuosa y solidaria. Por eso, hoy más que nunca, urge que como sociedad ofrezcamos tiempo, espacios y materiales para jugar, pero sobre todo presencia afectiva, disponible y confiable.
Porque en el juego se edifica no solo la infancia, sino también el futuro.
Pía Pérez Salinas
Jefa de carrera Técnico Educación Parvularia CFT Santo Tomás Viña del Mar