Por José Ossandón
Periodista
Director de La Región Hoy
Entre que se abren las grandes alamedas donde se supone que caminaremos libres y que entre esos ramales se agarran a balazos, y que el Presidente celebra el mes del mar en el extremo sur y que un poco más allá una ciudadana china esquiva unos delincuentes que le querían quitar el auto y uno de ellos termina aplastado, y las encuestas dicen que el rechazo y el apruebo se agarran de las mechas y en el Congreso aún esperan reformas y las AFP se defienden diciendo que hay pérdidas, pero los diarios dicen que hubo ganancias… Así Chile se enreda entre tanta cosa que se dicen y tanta incordia, dios mío.
El Papa Francisco se manda flor de cuña en medio de la distopía, como esas películas futuristas, donde la gente no se mata ni por hambre ni por sed, se mata porque sí nomás, porque así lo afirma la Biblia: La tribulación.
No quedará árbol parado ni alma quieta, solo viento huracanado y mares inquietos.
Algo está pasando en mala, y como que uno cacha que la cosa viene mala, como curva, como afilada. Si el Papa dice que Rusia se cabreó con tanta amenaza en sus fronteras, con una OTAN bien cabrona y con un mundo aún trémulo, entre que se quita o no la mascarilla, es que algo huele bien mal, como aroma a guano. Hoy sentí de la nada olor a guano, como si estuviera en el campo, pero resulta que estaba fuera de un supermercado. Veo dos carabineros tomando detenida a una anciana. ¡A una ANCIANA! Linda la viejecita, oiga. Ojitos bien verdes, cabello platinado. Pero con una bolsa llena de robos, la señora. Y sus nietos, sobrinos, hijos, qué se yo, habían arrancado hace poco rato con un montón de mercadería. Caballa cosa, oiga.
Así está la cosa, nadie quiere decirlo, pero estamos hasta el tuétano, como decía mi santa bisabuela.
Quizás qué venga más adelante, lo peor o lo mejor, estamos todos nerviosos. Nos inquieta la vida, mucha mugre en el aire. No existe aspiradora que limpie tanta miseria.
Al Papa lo despertaron de la siesta. Ya no habrá ostia que expié los pecados de nuestros actos, más de aquellos que prometen y que terminan haciendo olitas en el aire.
A lo mejor viene una bocanada de aire que nos insufle de energía… Queremos vivir.
(Foto principal: elmundo.es)