Por Guillermo Fuentes Contreras
Director de Carrera Contador Auditor UCEN
Con triste recurrencia, la sociedad chilena viene enterándose de casos de colusión y fraude. La pregunta es ¿cuánto sorprenden las nuevas irregularidades en instituciones públicas? Esta vez se trata de Gendarmería, lugar donde, paradójicamente, se cobija el delito.
Un sistema contable obsoleto y el nulo proceso de validación posterior al pago de las remuneraciones del personal habrían vulnerado el principio de eficiencia y eficacia que regula la administración del Estado en Gendarmería.
Se advirtieron diferencias en los movimientos de cuentas corrientes entre los años 2020 y 2021 por más de $ 18 mil millones en pagos injustificados. Esta alerta de la Contraloría General de la República se suma a los fraudes de otras instituciones, conocidas como los casos Pacogate y Milicogate cuyos montos defraudados, junto a Gendarmería, alcanzarían alrededor de $ 100 mil millones, el equivalente a un 14% del presupuesto anual de la Junaeb.
Estas irregularidades evidencian grandes desórdenes administrativos y ausencia de un sistema de control de gestión robusto en estas ramas del Estado, que alerten de manera preventiva sobre cualquier situación anómala. Sin embargo, todo sistema requiere de un recurso humano capacitado para visualizar y responder ante ciertas situaciones no alertadas.
¿Qué pasó con el seguimiento presupuestario?, ¿dónde estuvo el responsable de este proceso, que no alertó la diferencia evidente entre los fondos presupuestados de sueldos y los movimientos reales de dinero?
Es evidente que algunas instituciones del Estado requieren un sistema de control de gestión eficiente, que más allá de evaluar la gestión interna y el cumplimiento de los objetivos, permita tener visibilidad sobre los recursos de las organizaciones; y un sistema de gestión de riesgo, para evaluar y dar seguimiento con una visión global de las principales amenazas que impactarían a las organizaciones. Es decir, dotar de modernidad a instituciones como Gendarmería que, como muchas otras, es prisionera de su obsolescencia.