Chile está envejeciendo. No es una opinión, es un dato. Hoy, más del 20% de la población supera los 60 años y, en menos de dos décadas, ese grupo será aún mayor. Sin embargo, seguimos observando este fenómeno como un problema social y no como lo que realmente es: una oportunidad económica, productiva y cultural de enorme valor. En ese contexto surge la economía plateada, un concepto que Chile aún no logra aprovechar en su real dimensión.
La economía plateada agrupa todas aquellas actividades, bienes y servicios orientados a personas mayores: salud, vivienda, tecnología, turismo, recreación, servicios financieros, empleo flexible y cuidados, pero también, y de manera muy relevante, educación continua y formación en la educación superior. Países desarrollados ya han entendido que el aprendizaje no tiene fecha de vencimiento. En Chile, en cambio, aún persiste la idea de que estudiar es solo para jóvenes, una creencia que limita el desarrollo individual y colectivo.
Fomentar la economía plateada exige, en primer lugar, un cambio cultural profundo. Las personas mayores no son pasivas ni improductivas por definición. Muchas cuentan con experiencia laboral, conocimientos acumulados, redes y una motivación genuina por seguir aprendiendo y aportando. En este sentido, abrir las puertas de la educación superior a personas de todas las edades, ya sea para reconversión laboral, actualización de competencias o cumplimiento de proyectos personales postergados, no solo mejora su calidad de vida, sino que fortalece el capital humano del país. Nunca es tarde para estudiar, ni para iniciar una carrera profesional.
En segundo lugar, se requieren políticas públicas y
marcos regulatorios claros. Incentivos para empresas que contraten personas mayores, apoyo real al emprendimiento senior, capacitación digital continua y una mayor promoción de trayectorias formativas flexibles son medidas urgentes. La educación superior técnico-profesional y universitaria puede cumplir un rol clave, adaptando sus programas a estudiantes con experiencia previa, responsabilidades familiares y nuevas motivaciones. No se trata solo de gasto social, sino de inversión con retorno económico y social.
El sector privado, por su parte, también tiene un rol estratégico. Existe un mercado subatendido de millones de personas mayores que demandan productos y servicios acordes a sus necesidades reales, incluyendo oportunidades de formación, perfeccionamiento y certificación de competencias. Apostar por este segmento no es caridad: es una oportunidad de desarrollo sostenible y de innovación con sentido.
Los beneficios de impulsar la economía plateada son múltiples. Aumenta la participación laboral, reduce la dependencia del sistema previsional, dinamiza nuevos mercados, genera empleo y promueve una sociedad más inclusiva. Además, permite enfrentar el envejecimiento poblacional desde una mirada estratégica, donde el aprendizaje permanente y la educación a lo largo de la vida se convierten en pilares del desarrollo.
Chile tiene la experiencia, el capital humano y la necesidad. Lo que falta es decisión. Seguir ignorando la economía plateada, y el potencial educativo de las personas mayores, es desperdiciar talento, conocimiento y crecimiento. Apostar por ella es entender que el futuro del país también tiene canas… y muchas ganas de seguir aprendiendo.
Dr. Francisco Javier González Puebla
Director Carreras Administración
CFT-IP Santo Tomas – Viña del Mar




















