Chile es un país que se extiende a lo largo de más de 4,300 km desde el norte hasta el sur. Su geografía única ha conformado destinos turísticos de renombre mundial. Sin embargo, históricamente, este rubro ha estado concentrado en ciertas zonas, dejando muchas otras sin explotar.
Somos un país con una diversidad geográfica y cultural asombrosa, que abarca desde los desiertos más secos del mundo hasta los bosques templados más australes. Durante años, el turismo ha girado en torno a sus puntos más icónicos, como el Desierto de Atacama, la Patagonia e Isla de Pascua. Sin embargo, en un mundo cada vez más conectado y con viajeros ansiosos por experiencias auténticas y menos masificadas, la diversificación del turismo chileno se presenta no solo como una oportunidad, sino como una necesidad.
Concentrar el flujo de turistas en pocos lugares puede generar un impacto negativo en el ecosistema y en las comunidades locales. A través de la diversificación, se distribuye el impacto, permitiendo una recuperación más eficiente de las zonas más visitadas y fomentando un turismo más sostenible.
Chile posee además una rica herencia cultural que va más allá de los destinos tradicionales. Desde las tradiciones de los pueblos originarios en el Norte Grande, pasando por las viñas centenarias del Valle Central, hasta las fiestas costumbristas del sur. Diversificar significa valorar y dar a conocer estas riquezas, ofreciendo al turista una experiencia más profunda y enriquecedora.
Promover el turismo en zonas menos conocidas impulsa las economías locales, crea empleos y fomenta el emprendimiento en regiones que tal vez no se consideraban como destinos turísticos tradicionales ¿Cómo hacerlo? Es fundamental mejorar las conexiones y la infraestructura de las zonas menos exploradas. Esto incluye no solo transporte, sino también hospedaje, servicios y capacitación local.
A través de campañas específicas, se puede dar a conocer la variedad de destinos que Chile ofrece, poniendo énfasis en experiencias únicas y auténticas. Es esencial involucrar a las comunidades locales en el proceso de diversificación, asegurando que el turismo se desarrolle de manera respetuosa y beneficiosa para todos.
La diversificación del turismo es una estrategia que, implementada adecuadamente, puede traer beneficios tanto a nivel medioambiental como económico y cultural. En un mundo donde la experiencia auténtica es cada vez más valorada, Chile tiene la oportunidad de destacar no solo por sus paisajes, sino también por su gente, historia y cultura.
Nuestro país es hogar de algunos de los ecosistemas más delicados del mundo. Si nos fijamos en el Desierto de Atacama, por ejemplo, las huellas de miles de turistas pueden tener consecuencias. Reducir la presión sobre estas zonas al desviar turistas a otros destinos podría ser vital para la preservación a largo plazo. Diversificar destinos puede redistribuir los ingresos provenientes del turismo. Zonas que antes eran económicamente desfavorecidas pueden empezar a ver beneficios, lo que a su vez puede disminuir desigualdades regionales. La diversificación puede reducir la tensión entre turistas y locales en zonas sobresaturadas. Además, al promover zonas menos conocidas, se abre la puerta a que diferentes comunidades muestren con orgullo su cultura y tradiciones.
Daniela Guarda Martínez, directora de la Ingeniería en Turismo y Hotelería, Facultad de Economía y Negocios, Universidad Andrés Bello, Sede Viña del Mar.