Silvio Berlusconi (1936-2023), tres veces primer ministro de Italia y dueño del imperio mediático Mediaset, el hombre que revolucionó las telecomunicaciones y atravesó cientos de escándalos legales y personales, ha muerto este lunes en el hospital San Raffaele de Milán a causa de las distintas complicaciones cardíacas que arrastraba. El empresario, de 86 años y nacido en Milán, había sido ingresado en varias ocasiones en los últimos tiempos, la última, el viernes.
Berlusconi unió política, deporte y publicidad en su magnética coctelera y sirvió una exitosa bebida que marcó la pauta para tantos fenómenos que llegarían casi dos décadas después, como el trumpismo. La idea era aquella del hombre rico, hecho a sí mismo y capaz de extender la fórmula de su éxito a la gestión del bien común. Aunque fuera mentira. Por el camino fue imputado en numerosas ocasiones por prostitución de menores y escuchas ilegales, se investigaron durante años sus vínculos con la Mafia y el dudoso origen de su fortuna, precisamente relacionado con la Cosa Nostra.
Berlusconi, hijo de una familia de clase media de Milán, siempre exhibió la bandera del empresario hecho a sí mismo: su madre era ama de casa y su padre empleado de la Banca Rasini. Rápido, simpático y de enormes capacidades retóricas y sociales que le permitieron foguearse como cantante en cruceros en los años cincuenta con su amigo Fedele Confalonieri (actual presidente de Mediaset) y como hábil vendedor de pisos a puerta fría (de puerta en puerta). Y así, llamando a las casas de los italianos y conociendo sus fragilidades aspiracionales, edificó su imperio sobre el cemento de grandes complejos urbanísticos en Milán
Fuente: El País.